20 DE OCTUBRE: POSEO DONES Y VIRTUDES QUE ME HACEN ACERCARME AL SEÑOR.

Lucas 12, 13-21 “Eviten toda clase de avaricia, porque la vida del hombre no depende de la abundancia de los bienes que posea”.

¿De qué nos sirve acumular riquezas, si esas del corazón de Dios las hacemos a un lado? Tal vez necesitamos encontrarnos con Dios para darnos cuenta qué es lo que vale la pena acumular.

Cuando nacemos nos son dados diferentes dones y talentos. Todos tenemos muchos y pocos aprendemos a descubrirlos y mas pocos a desarrollarlos para el bien común. Cuando una persona decide usar sus dones para sí mismo, entra en conflicto con aquello que vino Jesucristo a enseñarnos: “Ámense los unos a otros” y al ser egoístas, no estamos dando testimonio de fe, ni estamos trabajando para dar gloria a Dios.

Acumular bienes materiales en exceso, nos lleva a sentir que somos más que los demás, porque de alguna manera, la sociedad nos ha marcado estándares que si cumplimos quiere decir que estamos bien y que podemos sentir que ya superamos al que tiene poco. Y eso nos aleja del entendimiento de la palabra de Dios. Los bienes materiales no son para siempre. Como le ha pasado al personaje de este Evangelio, estaba tan preocupado por dónde iba a guardar todo lo que poseía sin darse cuenta que la humildad y compasión por sus semejantes lo llevaría a alcanzar las riquezas del espíritu, aquellas que nos llevan hasta el reino de los Cielos. Y se preocupó tanto por lo que tenía, que descuidó las cosas de Dios, fue entonces que Dios le dijo: ‘¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién serán todos tus bienes?”. Y de paso nos dice a nosotros: “Lo mismo le pasa al que amontona riquezas para sí mismo y no se hace rico de lo que vale ante Dios”.

No seamos insensatos, vivamos para la gloria de Dios, aumentemos nuestra fe, aprendamos que en la vida lo que nos llevamos en el corazón es el amor que dimos, el perdón que pedimos, las manos que sostuvimos en el dolor. Nos llevamos el servicio a quién le dedicamos nuestro tiempo, la escucha a aquel que no tenía con quién hablar, la visita que ofrecimos al enfermo, al que está privado de su libertad, al que sufre. Podemos ir acumulando actos de misericordia, bondad, compasión, alegría; podemos entregarnos ante la cruz para recibir, en Jesus, una vida de abundancia para podernos saber ricos en la misericordia del Señor.

Propósito de hoy: Quiero estar consciente que son mis actos de amor lo que cuentan para el juicio del ultimo