Lucas 11, 42-46 “¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar los lugares de honor en las sinagogas y que les hagan reverencias en las plazas!”.
¡La soberbia!
Ya decíamos anteriormente, lo que nos dice Pablo en Romanos 12,3: “que no se consideren más de lo debido, sino que cada uno se considere en lo que vale, conforme al grado de fe que Dios le ha concedido”.
Vamos construyendo un mundo mejor donde todos nos reconozcamos como hermanos, hechos a imagen y semejanza de Jesus, el Hijo de Dios y vivamos nuestros dones y talentos, continuando con Romanos 6: “el que habla de parte de Dios, hágalo con la fe, el que sirve, entréguese al servicio”; nunca creyendo que somos más de lo que es nuestra fe. Nunca queramos imitar a los fariseos, que al llegar a un lugar querer ocupar el lugar de honor y mucho menos que nos hagan reverencia en cualquier lugar. Es verdad que cada persona tiene un lugar en la sociedad, porque tal vez ha trabajado mucho para lograrlo, sin embargo la humildad en su corazón debe mantenerse intacta, real, sencilla porque somos parte del mismo cuerpo, ni somos más, ni somos menos ante los ojos de Dios.
El que quiera ser grande, que sea el más pequeño, ya nos lo ha dicho Jesús y ser pequeño significa el servicio, la bondad, la misericordia y el desarrollo de nuestros dones y talentos para el bienestar de todos, y no solo el nuestro. Eso es ser pequeño. No querer ser la estrella y lucir una vida falsa, cuando en realidad viven un vacío interno. Que nuestra mano derecha no sepa lo que hace la izquierda, porque las buenas obras son en nombre de Dios, son para Dios y es en Dios que recibimos nuestra recompensa.
Se lo difícil que es hacer algo bueno por los demás y que nadie te reconozca, sin embargo, por más tentación que tengamos de ser reconocidos, hay que guardar prudencia y que sea alguien más quién nos diga que lo hicimos bien, en lugar de pregonar en voz alta lo que hicimos. Entonces se pierde nuestro valor ante los ojos de Dios. Él ya lo sabe, no debemos gritarlo para que los demás también lo sepan. Nuestra bendición nos va a llegar de las manos de nuestro creador.
Hay que deshacernos de la soberbia, que no nos lleva a ningún lado, al contrario, nos crea enemigos y nos limita nuestra virtud.
Propósito de hoy: Este día dejaré de presumir ante los demás cuando haga algo bueno por los demás, me guardaré mi orgullo de querer que los demás me reconozcan, porque quiero entender que es Dios quién se da cuenta sin que sea necesario que yo lo diga en voz alta.