4 DE OCTUBRE: COMPARTO TU PALABRA A DONDE QUIERA QUE VOY.

Lucas 10, 17-24 “Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven”.

Y, ¿a qué se refiere Jesús, cuando les dice esto a sus discípulos? ¿Qué es lo que vieron?

¡Lo vieron a él! ¡Conocieron al Hijo de Dios! ¡Vivieron de primera mano los milagros de Dios! “Porque yo les digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron”.

El tiempo de Jesús, fue hace más de dos mil años y su Palabra sigue viva. Dichosos nosotros que creemos en Jesus sin haberlo visto, como aquellos discípulos que vivieron a su lado, que lo escucharon hablar, que comieron con el. Dichosos que vivieron la multiplicación de los panes, la última cena en que se implementó la Eucaristía; dichosos que escucharon el sermón de la montaña y más porque recibieron el amor del Hijo de Dios, le ungieron sus pies con aceite, lo acompañaron a predicar, a convertir y a expulsar demonios. Dichosos ellos que creyeron en él al verlo, pero más dichosos nosotros que sin verlo creemos el él.

Y aún así, de aquellos que lo vieron, Jesus vivió la traición y el abandono…y hoy, en nuestro tiempo, lo sigue viviendo.

Seamos discípulos de Jesucristo con intención, que se note que creemos en él, que nuestras acciones sean testimonio de que hemos escuchado su voz, de que lo hemos visto en el dolor y en la alegría, de que somos parte de un mismo cuerpo hechos todos a imagen y semejanza de sus virtudes y dones. Seamos dichosos porque Jesús vive en el corazón de cada uno y que solo está esperando que nos demos cuenta.

Seamos dichosos y humildes como lo fue San Francisco de Asís, a quién recordamos el día de hoy, quién fuera el primer santo en la historia en recibir los estigmas de Cristo. Enseñó a los no creyentes la Palabra de Dios, llevando el Evangelio a los pueblos y recibiendo los honores de la custodia de Tierra Santa que hasta hoy sigue siendo una gran labor de cuidar y defender Tierra Santa.

Seamos como San Francisco de Asís en humildad y caridad. Seamos buenos discípulos de Cristo para compartir con los demás su Palabra de vida eterna.

Propósito de hoy: Doy testimonio de fe al reconocerte y creer en ti, Jesús, cuando te veo en el rostro de mi hermano.