Lucas 9, 57-62 “Te seguiré a donde quiera que vayas”.
¿Estás dispuesto a seguir a Jesús a donde quiera que vaya? Aunque suene rudo, la respuesta es no.
Seguir a Jesús, como él nos pide implica un compromiso con Dios, que es muy difícil de cumplir. Con Jesus es amar sin cuestionar, es dar sin esperar, es servir sin recompensa. ¿Estamos preparados? No.
“Las zorras tienen madrigueras y los pájaros, nidos; pero el Hijo del hombre no tiene en dónde reclinar la cabeza”. ¿Puedes imaginar ir y venir sin un hogar, o ir con solo una puesta de ropa, sin dinero ni sandalias mas que las que traes puestas? No.
Entonces es momento en que nos detengamos un poco a sentir las vivencias del Hijo de Dios. A visualizar con intención su vida para entender que desde siempre había un propósito inevitable para él. ¿Lo recuerdas?
¡Vino a dar su vida por ti!
Ahora, lo que nos corresponde es vivir de su amor, comprender su manera de perdonar ¿por qué nos perdonó? El vino a salvarnos, a darnos oportunidades para mejorar, para ayudarnos unos a otros como el nos ayudó sin fijarse en el color de la piel, o en el idioma que hablamos. Él es el Dios Universal, que quiso hablarnos de la humildad de corazón, del servicio digno, del cumplimiento de normas de conducta que nos llevan a tener una mejor convivencia con los demás. Él nos enseña a escucharnos unos a otros, a complementar sentimientos y opiniones, a saber discernir entre el bien y el mal juntos, para no crear conflictos de interés que nos llevan al rompimiento de la armonía, que nos llevan a guerras de poder, donde el que más tiene gana.
Querer seguir a Jesus a donde quiera que va, es llegar hasta Dios. Y para lograrlo nuestro comportamiento debe ser ese del perdón, del arrepentimiento, del acercarnos a procurar la paz con nuestro hermano y a enseñar al que no sabe que hay un Dios que nos espera al final de esta vida y al comienzo de la eternidad. Seguir a Jesús es brindar bondad a todos y en todo lugar, no significa ser débil, no; significa valorar nuestros dones para entregarlos al servicio de todos y hacerlo con alegría, sabiéndonos bendecidos por la mano de Dios.
Propósito de hoy: Voy a seguir tus pasos con intención, con propósito, siendo consciente de mis acciones para estar más cerca de Dios, para que mi fe aumente con la oración y que mi palabra llegue a los más necesitados del amor fraternal de Jesucristo, nuestro Señor.