Lucas 9, 18-22 “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”.
Si le hacemos esta pregunta a un niño, él nos diría “Papá Dios” y si hacemos la pregunta a un adulto, tendremos una diversidad de respuestas.
¿Cuál es la tuya?
‘Eres el Hijo de Dios’, ‘eres el Salvador’, ‘eres el Mesías’, ‘eres una ilusión, ‘eres una historia en la que muchas personas creen’.
Y Jesús es eso y más, es una esperanza de vida; es el camino a veces rocoso que nos lleva al encuentro con Dios. Jesús es el amigo, el hermano, el que está listo para enseñar, para escuchar, para amar.
Y ¿cómo podemos conocerlo? En el silencio. Tenemos que detenernos para poder escucharlo. Él habla a nuestro corazón aún cuando el mundo en que vivimos nos aleja de él, de su presencia en nuestra vida, de su aliento para aceptar las cosas que a veces no podemos entender. Jesús está ahí, en nuestro corazón solo hay que dejarlo vivir en él, dándonos cuenta que es en su Palabra que vamos a encontrar respuestas ante la adversidad y el dolor.
Jesús es el “Emanuel”, el Dios entre nosotros; el que ha venido a abrazarnos con su sabiduría, el que nos alienta a salir adelante, el que sana nuestro pesar. Jesús es el Resucitado, es la Esperanza, es la Bondad y la Misericordia.
Jesús es el que vino a dar su vida por ti y por mí para que pudiéramos ser perdonados y para aprender a perdonar y a pedir perdón a nuestros hermanos.
¡Jesús es el Hijo de Dios!
Propósito de hoy: Quiero reconocerte Jesús, como Dios, el único y verdadero para nunca creer que hay otro mayor que tú.