Lucas 6, 12-19 “Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles”.
Ellos fueron el grupo elegido por Jesucristo, para que empezaran a dar a conocer la Palabra de Dios. En ellos se manifestó la gracia de Dios para sanar y curar almas, para sacar demonios y para que con su testimonio, Jesús pudiera darse a conocer en todas partes.
Es verdad que ellos eran hombres pecadores, y que, posiblemente, querían un milagro para sí mismos. Ellos esperaban…aunque tal vez, no tenían muy claro qué, o a quién. Jesús los convirtió en “pescadores de hombres”, no porque eran santos, sino que, en su conversión, podrían dar un mejor testimonio del poder misericordioso de Dios. Ellos lo dejaron todo para seguirlo y es que en ellos Jesus estaba haciendo un milagro, porque sabía que eran pecadores.
Muchas veces, nosotros estamos esperando ese llamado de Cristo; no sabemos qué nos inquieta, qué nos quita la paz y deseamos encontrar una palabra amiga que nos identifique, que nos salve, que nos lleve a ese encuentro con el Señor para aprender el significado de nuestra propia existencia.
Jesús misericordia está atento a que lo necesitemos. Por eso, es muy importante que le digamos: “Padre, te necesito”. Tenemos que dejar fuera nuestro orgullo, porque Jesús, que nos ve en el sufrimiento, solo espera que le hablemos para actuar en nosotros. Debemos dejar los prejuicios lejos de nuestra vida, para poder hablar con Dios.
Que sea nuestra voz la que le pida ayuda, la que le diga que lo queremos seguir, la que nos acerque voluntariamente hasta él, deseando ser los elegidos de Dios y alcanzar las gracias y las bendiciones que él tiene para cada uno de sus hijos.
Propósito de hoy: Gracias Padre, por acercarme a ti, por elegirme como tu discípulo aun con todas mis fallas y todos mis pecados. Ayúdame a cambiar, para querer seguirte con amor y compromiso.