Lucas 14, 25-33 “Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo”.
Jesús nos deja un mensaje muy claro, ‘Carga tu cruz y sígueme’ y nos preguntamos ¿qué es eso de cargar su cruz?
No es otra cosa que aceptar lo que nos corresponde vivir, ahí donde estamos. Sí, cargar con las decisiones que hemos tomado, llevar la cruz en alto al reconocernos pecadores, saber que aun si pesa mucho el dolor, la pena, el sufrimiento es en la cruz que encontramos nuestro motivo.
Seguir a Jesús es un compromiso voluntario, somos nosotros los que queremos seguirlo. Nadie nos lo impone, mucho menos nos fuerza a imitar sus obras, o a caminar a su lado, ni a amarlo.
Cuando conocemos al Hijo de Dios, queremos saber más de él y encontramos que, podemos sembrar en tierra fértil, en nuestro corazón y cosechar fruto abundante en el servicio y en el perdón. A eso se refiere cargar nuestra cruz, a poder perdonar y a querer pedir perdón, a luchar por el bien común, a vivir una compasión aceptándonos unos a otros aún si nos cuesta trabajo. Es no darnos por vencido ante la adversidad, es sufrir sin enojo ofreciéndole a Dios nuestro dolor.
Yo cargo mi cruz con amor y te sigo Jesús, porque entiendo que eres tú quién me lleva hasta los brazos de Dios nuestro Señor.
Propósito de hoy: Quiero cargar mi cruz con amor y seguirte en todo momento, porque contigo aunque haya días difíciles, me haces sentir que no estoy solo.