6 DE SEPTIEMBRE: QUE TODOS LOS DÍAS SEAN “DÍA DEL SEÑOR”.

Lucas 6, 1-5 “¿Por qué hacen lo que está prohibido hacer en sábado?”

El seguimiento de la ley es muy complejo. Aquí como de costumbre, los fariseos cuestionaban a Jesús sobre la actitud de sus discípulos, que en esta ocasión fue arrancar las semillas de unas espigas para comer.

Y la pregunta que deberíamos observar todos es esta: ¿Por qué hacemos lo que está prohibido hacer, sin importar el día? Se imaginan si solo el sábado ‘seguimos la ley’, ¿dónde quedan los demás días de la semana? ¿Es correcto, tener conductas fuera de la ley, cualquier día de la semana?

Es verdad que el sábado, aún en la actualidad, muchas personas le dedican el día a las cosas de Dios, como otras el día domingo, pero, ¿los demás días, acaso nos olvidamos de Dios? ¿Acaso tenemos permiso de infringir la ley? Los fariseos, al igual que los escribas, se la pasan juzgando, criticando, acusando a tanta persona decidan y eso, ¿crees que es correcto?, tú ¿haces lo mismo? ¿solo observas un día a la semana para las cosas de Dios y los otros no?

Jesús les contesta: “El Hijo del hombre también es dueño del sábado”. ¡Porque es él quién tiene la voz de la verdad! Tal y como dijo San Juan Pablo II, en la Audiencia general del 14 de octubre de 1987: ‘Lo que viene de Dios es eterno, como eterno es Dios’.

Pongamos atención pues, en lo que está prohibido hacer: todos los días. No nos limitemos a ser buenos un solo día de la semana, no, que nuestros dones se activen todo el tiempo para el servicio de los demás, que sea algo automático, que no tengamos que considerar si hacemos el bien o no. Ayudemos al que necesita, alimentemos al que no tiene que comer, escuchemos al que está cautivo, al preso, al que está solo, al que se siente deprimido. No debemos esperar que sea sábado o domingo para realizar lo que Jesus nos vino a enseñar, porque las obras de misericordia deben ser un gesto innato en nosotros y pensar que tal vez mañana, seas tú quién necesite el consuelo de Dios y sea yo quién esté ahí para acompañarte a salir adelante, a superar las tormentas de tu alma…a al revés.

Hagamos el bien en el nombre de Dios, siempre.

Que sean nuestros actos un reflejo del amor que Dios tiene por nosotros, no dejemos fuera la necesidad de descubrirnos como testimonio de la misericordia del Hijo de Dios. Que todos los días sea: ‘Día del Señor’.

Propósito de hoy: Quiero dejar de imitar a los fariseos, para convertirme en un reflejo del amor que Jesucristo, ha sembrado en mi corazón.