3 DE SEPTIEMBRE: TÚ ERES EL REINO DE DIOS.

Lucas 4, 38-44 “También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado”.

Jesús mismo ha venido a anunciarnos el Reino de Dios. Ya lo habían hecho los profetas, sin embargo él, hecho Hombre vino a darnos testimonio de sí mismo, a darnos testimonio de las promesas de su Padre, a darnos testimonio de su amor.

Bien dicen que nadie es profeta en su tierra, empezando por Jesús, el Nazareno que fue rechazado por su pueblo por ser el hijo de un carpintero y una sencilla mujer llamada María.

Sin embargo, la llegada de Jesús nos trae esperanza, y en su Pasión nos demuestra que Dios está dispuesto a todo por nuestra salvación. ¿Quién manda a su Hijo amado a morir por ti y por mí? Solo Dios, porque sabe que en esa entrega de amor, nosotros nos vamos a reconocer como sus hijos.

La humanidad de Jesús nos ayuda a comprender mejor la esencia de Dios, el Todo Poderoso. Aprendemos de Jesús que el perdón nos invita una reconciliación intrínseca con los demás, nos acerca a aquel que nos lastimó y nos lleva con humildad a buscar el perdón con aquel a quién ofendimos. La presencia viva de Jesús, nos enseña que el amor cura grandes heridas, que es un poder sanador y que nosotros tenemos el don y la gracia de Dios para, con ese amor, sanar corazones y guiar almas desoladas, tal como hace Jesús con nosotros y con nuestro hermano.

Jesús vino a anunciarnos el Reino de Dios, que es él mismo y el que quiera entrar a ese reino tiene que ser humilde, dejar lo que posee, servir a los demás y dejar ese deseo de tenerlo todo, de controlarlo todo, de sentir que no necesita de nadie más que de sí mismo.

Jesús es la resurrección y la vida y es solo por medio de él que alcanzaremos el Reino de Dios.

Propósito de hoy: Gracias Padre, porque tu Hijo Jesucristo, hecho hombre me ha enseñado que mi fortaleza, como en la cruz, eres tú.