26 DE AGOSTO: QUIERO APRENDER A CUIDAR MI CASA.

Mateo 23, 23-26 “Descuidan lo más importante de la ley, que son la justicia, la misericordia y la fidelidad”.

Imaginemos un mundo donde la justicia sea la de Dios, donde tuviéramos misericordia unos con otros y donde ser fiel es sinónimo de saber escuchar, de estar presente, de ser quien somos ahí donde estamos.

¡Seríamos todos felices!

Sin embargo, como nos dice Jesús, descuidamos tres aspectos de la vida primordiales para el buen entendimiento entre unos y otros. Emitimos juicios como una necesidad innata que nos afecta a todos, porque a veces con intención distorsionamos la verdad de acuerdo a nuestra perspectiva. Y el error fundamental es que nadie es dueño de la verdad absoluta, pero todos creemos que lo somos, cuando el único que jamás se equivoca es Dios Padre y donde es su verdad, el camino hacia el Reino de los cielos.

Vivimos pensando en nosotros mismos, en nuestro egoísmo donde “yo soy primero”, y no vemos a nuestro hermano, lo pasamos de largo, nos hacemos insensibles al dolor del que sufre, del que tiene hambre, del que está solo y hoy más que nunca nos acercamos a tanta gente por medio de las redes sociales que sufrimos con ellos, dejando al hermano que está a nuestro lado luchar sus batallas en la soledad de un corazón lastimado. Mucha gente ha perdido la sensibilidad de comprender y nos olvidamos que es la Palabra de Dios la que nos va a dar el consuelo y la fortaleza para poder ayudar a los demás, para llenarnos de su misericordia y ser testigos del amor sanador de Jesucristo.

También descuidamos la fidelidad, olvidamos que al creer en Dios y al dar testimonio de fe estamos siguiendo los pasos de Jesús. Podemos ser fiel a la Palabra de Dios, cuando escuchamos cómo hacer las cosas bien como el perdonar y pedir perdón; es ahí donde radica nuestra felicidad, en el perdón de Dios. Es querer limpiar nuestra culpa con la ayuda de Dios, en sanar de nuestra maldad, en acercarnos en la oración a un camino justo y misericordioso, es limpiar nuestra casa por dentro para tener algo que ofrecer por fuera, como le dice Jesus a los escribas y fariseos en éste Evangelio: “¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera los vasos y los platos, mientras que por dentro siguen sucios con su rapacidad y codicia! ¡Fariseo ciego!, limpia primero por dentro el vaso y así quedará también limpio por fuera”.

No seamos como éstos que seguían a Jesús con maldad. Seamos como Dios nos diseñó, a imagen de su Hijo, capaces de alcanzar su misericordia cuando no descuidamos lo más importante de la ley y de nuestro corazón, que siempre nos lleva al amor de Dios.

Propósito de hoy: Quiero tener la sensibilidad de escuchar a mi hermano cuando está viviendo una tormenta y poder ser la mano que lo sostiene, gracias al amor que Dios ha puesto en mi corazón.