Mateo 23, 13-22 “¿Qué es más importante, la ofrenda o el altar?”
Jesús nos habla de uno de los mandamientos “no jurarás en nombre de Dios en vano” y nos pregunta qué es más importante: “Quien jura, pues, por el altar, jura por él y por todo lo que está sobre él. Quien jura por el templo, jura por él y por aquel que lo habita. Y quien jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por aquel que está sentado en él”.
El altar es más importante que la ofrenda, porque es en el altar donde vive Dios. Sí, y nosotros no podemos jurar en nombre de Dios en vano, como nos dice otra mandamiento de la Ley de Dios, ni jurar por el templo, ni por el cielo y mucho menos por el nombre de Dios: “te lo juro por Dios”.
¿Lo has hecho una vez? Y seguramente Dios ha sido bueno contigo al no castigarte por usar su nombre Santo en vano.
Nadie debería de jurar. Muchas veces es un acto para que los demás tengan confianza en ti, sin embargo, para aquellos que creemos en Dios ese juramento es cien por ciento falso.
Nosotros podemos pensar que somos la “ofrenda” y Dios el altar. Podemos ofrecerle a Dios nuestras acciones de misericordia, nuestros logros en el camino gracias a sus dones puestos en cada uno; podemos estar atentos hacia aquello que nos conmueve como la pobreza, la guerra, el dolor de los demás y tener compasión hacia nuestro hermano que sufre y en el servicio, al ayudarlo estamos ofreciéndonos ante Dios. Queremos hacer las cosas bien, sí, aun si nosotros estamos pasando por un momento difícil, le ofrecemos también ese dolor.
Aprendamos de la fortaleza de Jesucristo para no sentir que debemos de jurar en nombre de Dios, no de nadie. Que sea nuestra palabra la que vale, que no haya necesidad de juramentos para que los demás crean en nosotros. Al final del día, aquel que jura todo el tiempo, pierde el respeto de los demás…porque ya nadie le cree.
Es el altar de Dios donde debemos poner nuestro esfuerzo, nuestra voluntad, nuestro testimonio de que sabemos que es ahí donde vamos a encontrar nuestra riqueza.
Propósito de hoy: Padre, se siempre mi guía para no fallarte, para servirte con amor y para no usar tu nombre en vano, para mi beneficio. Mejor que sea yo testigo de tu amor y que lo sepa compartir con los demás hasta llegar a ti.