19 DE AGOSTO: QUIERO HACER TU VOLUNTAD.

Mateo 19, 23-39 “Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna”.

Parece que a Jesús no le basta con nuestro amor, nos pide que lo dejemos todo para seguirlo y poder heredar la vida eterna. Entonces nos decimos constantemente: ¡qué difícil lo que me pide!

Yo tuve una tía muy querida, que al llegar a su humilde casa, me ofrecía sin preguntar el mejor café del mundo. Así en una tacita despostillada, muy viejita, pero siempre tuvo el sabor mas rico de todos los cafés, porque venía de una persona que amaba por sobre todas las cosas. Yo estoy segura que ella está sentada en el trono que nos promete Jesús que podemos heredar. ¿Qué la hacía diferente? ¡Su amor!

Es el amor, lo que nos distingue.

Y tal vez, eso es lo que nos pide Jesucristo, el desapego a las cosas mundanas, la honestidad de nuestros sentimientos, la visión de que ricos o pobres, todos somos iguales ante su mirada amorosa y como buen Padre, se entristece cuando le damos valor a lo que no tiene valor, y nos olvidamos que la respuesta a todo es aceptar que tenemos una necesidad innata de Dios.

Recibiremos cien veces más de lo que Dios nos ha dado, cuando aprendamos a compartir lo que tenemos, cuando nuestra honestidad pese más que nuestro deseo de robar, de atacar, de quererlo todo porque sí. Cuando nos demos cuenta que es la bondad y el servicio al prójimo lo que va construyendo el camino hacia un reencuentro con Jesús; sí, cuando aprendamos a perdonar al que nos ha lastimado y cuando nosotros mismos convencidos de nuestro pecado, nos acerquemos con humildad a pedirle perdón a nuestro hermano. Es entonces cuando seremos herederos de la vida eterna.

¿Parece fácil? Sí, pero ¿es fácil? No. Porque si fuera fácil viviríamos en un mundo sin odios, ni rencores, y mucho menos guerras. Y hablo de guerras dentro del hogar, en el corazón de nuestra familia, con nuestros hermanos de sangre, con nuestros padres y primos. Si fuera fácil perdonar, todos fuéramos prósperos. Entonces, ¿por qué nos nos proponemos dejarlo todo y seguir a Jesús? Sí, dejar la maldad, la avaricia, el rencor, la violencia y todo aquello que nos impide estar cerca de aquellos a quien amamos y con quien convivimos cada día, porque es a través de ellos que vamos a llegar hasta Dios.

Hoy, es un buen día para empezar.

Propósito de hoy: Gracias Padre, por amarme incondicionalmente, y por no darte por vencido conmigo. Quiero aprender a hacer tu voluntad para heredar aquello que me has prometido. En ti confío.