Mateo 13, 47-53 “El Reino de los cielos se parece también a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces”.
El Reino de los cielos es el lugar a donde todos debemos querer llegar.
Cuando el pescador echa su red en el mar, es Jesús que nos está invitando a ir mar adentro con él y toda esa clase de peces somos cada uno de nosotros, con nuestra propia individualidad. Sí, es verdad que todos somos diferentes, pero tenemos en común que todos somos hijos del mismo pescador.
Jesús se acerca a cada uno con el amor del Padre y nos enseña a querer vivirlo, a ser personas de bien, que en el camino sepamos sembrar fruto bueno, que caiga sobre tierra fértil y que crezca en la abundancia de los dones del Espíritu Santo. Y una vez que recolectemos los frutos como el amor, aprendamos a compartirlo con los demás.
Vivimos en un mundo que va muy deprisa, aveces nos llaman “Catolicos Light”, ligeros, que vivimos nuestra fe sin esforzarnos mucho, asistiendo a misa los domingos, confesándonos una vez al año -por lo general en Pascua- y recibiendo la Eucaristía cada vez con menos frecuencia. Los templos los están convirtiendo en bares y la fe se va consumiendo poco a poco ante tentaciones que nos alejan de una vida cristiana próspera, fecunda, de amor.
Tenemos que llenarnos del Espíritu de Dios, para sentirnos respaldados al momento en que tengamos que defender a Jesucristo, a su madre la Santísima Virgen María y a Dios Padre. La fortaleza que nos viene de Dios, nos da respuestas ante la adversidad y nos protege de aquellos que quieren convencernos que hay algo mejor. Todos necesitamos de Dios y es Jesús el Pescador de hombres quién nos llama a seguirlo, sí, a ti y a mí y nos da las palabras para convertirnos también en pescadores de hombres.
Vamos acercándonos a Dios en la oración, que nos llene de fe, que los dones del Espíritu Santo nos protejan y dejemos que el amor de Jesús en nuestros corazones, crezca cada vez más.
Propósito de hoy: Ayúdame Padre para ser parte de aquellos que llegan al Reino del cielo y enséñame a ser un pescador de hombres, como tu hijo Jesucristo.