Juan 11, 19-27 “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”.
¡Creo en Jesucristo como el Mesías, como el Hijo de Dios, como el Salvador del mundo! Y al creer en él, mi fe se fortalece, porque es en Dios en quién pongo mi esperanza.
María y Marta están desoladas porque ha muerto Lázaro, su hermano y amigo de Jesús, pero al ver llegar a Jesús, una le dice: “Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora estoy segura de que Dios te concederá cuanto le pidas”. Ella confiaba en su amigo, sabía que tenía Palabra de vida eterna, que era el Mesías, El que todo lo puede y Jesús confirmó su fe; le dijo que su hermano resucitaría: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.
“¿Crees tú esto?”, le pregunta Jesús a Marta y la pregunta también va dirigida a nosotros, que nos llamamos hijos de Dios. ¿Creemos que Jesús es la resurrección y la vida?, ¿Confiamos que, al creer en él, no moriremos para siempre?.
Es verdad que al rezar en credo confirmamos que creemos en Jesús, el Hijo de Dios, que creemos en el Espíritu Santo y en Dios Padre, pero ¿sabemos lo que estamos diciendo?
“Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén”.
Vivamos pues nuestra fe, confiemos en la Palabra de Dios, que en Jesús se hizo Verbo para que creyéramos en la resurrección y la vida eterna.
“Todo aquel que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.
Propósito de hoy: Quiero entender las palabras que recito en el Credo, quiero darles un lugar en mi corazón para poder sentirlas como acción de fe y vivirlas con sentido, porque sé que soy hijo de Dios.