26 DE JULIO: SOY TIERRA BUENA.

Mateo 13, 24-30 “No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo”.

El mal está siempre a nuestro al rededor, tanto como el bien. Vivimos llenos de opciones buenas y malas; posibles e imposibles. Hay quién dice que es imposible creer en Dios, que no existe, y tú ¿qué opinas?

La cizaña llena nuestro corazón de maldad. Cuando somos pequeños, aprendemos del amor de nuestros padres y de nuestros abuelos, como San Joaquín y Santa Ana que forman parte de la historia de amor entre Dios y la humanidad. Ellos educaron con todo ese amor a nuestra Madre, ¿los conoces? trajeron al mundo a la joven que le dijo que sí a Dios, convirtiéndose en la Santísima Virgen María. ¡Son los abuelos de nuestro Señor Jesucristo! Y este día, la Iglesia Católica y todos en el mundo dedicamos un momento especial a todos nuestros abuelos, dándoles el respeto que se merecen por los sacrificios hechos para el bien de sus hijos.

Nosotros somos el trigo del que habla Jesús, y la cizaña es toda aquella tentación que nos incita a no seguir los mandamientos ni las reglas comunes de civilidad. Sí, eso que nos lleva a lastimar a los demás, como el orgullo, la avaricia, y la maldad. Seamos trigo limpio, para que la semilla del amor de Jesús prevalezca y nos de fuerzas para no dejarnos llevar por la cizaña que solo trae desgracia a nuestra vida y a la de nuestras familias.

Seamos como Joaquín y Ana, que de la semilla que sembraron, cosecharon fruto abundante y nació la semilla que trajo la luz del amor de Dios a todas las naciones. Bendigamos a los abuelos porque estamos aquí, y nos reconocemos como hijos de Dios.

Propósito de hoy: Quiero tener la gracia de Dios en mi corazón para que la semilla que planto en mi camino, de fruto abundante en el corazón de aquellos con quién comparto mi vida.