23 DE JULIO: ERES TÚ, JESÚS LA SEMILLA DEL AMOR EN MI CAMINO.

Mateo 13, 1-9 “Como no tenían raíces, se secaron”.

Sin amor, nuestros corazones también se secan.

Jesús nos dice en este Evangelio de Mateo que ¡hay mucha semilla que sembrar!, que ¡hay un sembrador que no deja de trabajar! Y que ¡hay mucha tierra donde hacer raíces!

Y tú, ¿Lo crees?…¿Lo has pensado?

Dios Padre es el Sembrador que está dispuesto a toda hora a salir a trabajar la tierra. La semilla que es su Hijo Jesucristo es abundante, fuerte, llena de amor listo para entrar en nuestro corazón y la tierra, esa que hay en abundancia: somos nosotros, sí, tú y yo. Somos la tierra que ha echado raíces, que ha florecido, que da un fruto bueno, porque es la mano de Dios quien sembró el amor de Jesús en nuestra tierra, o sea, en nuestro corazón.

Y entonces, si estamos todos los participantes, el sembrador que sale al campo, la semilla que es plantada y la tierra que quiere dar fruto, ¿Por qué hay tantas personas que en el camino no crecen, se marchitan, dejan de florecer? Tal vez, porque nos hemos alejado de Dios. Vivimos una fe “ligera”, de “apariencias”, vacía, sin integridad. Nos dejamos caer en la tentación de alejarnos de Dios, no vivimos con fe y nos secamos, no crecemos, y como esa semilla plantada a orillas del camino, morimos…no echamos raíz.

Cuando Jesús nos habla, nos enseña a escuchar, nos tiene paciencia porque sabe que cuando oímos empieza a crecer nuestro amor hacia su Palabra de vida, y nos damos cuenta de que lo necesitamos, de que él es la semilla que se planta en nuestro corazón para dar fruto abundante de su misericordia y de su perdón.

¡No tengamos miedo de florecer! Que sea la paz de Dios nuestra compañera de vida para echar raíces de amor.

Propósito de hoy: Gracias Padre por sembrar el tu amor en la figura de Jesucristo en mi corazón. Quiero dar fruto abundante de bondad, de compasión, de misericordia.