16 DE JULIO: GRACIAS SEÑOR, POR TU AMOR.

Mateo 11, 25-27 “Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra.”

Mateo nos relata cómo Jesús, que es el Hijo de Dios, se toma el tiempo para bendecir a su Padre. ¡Él, que es su Hijo! Imaginemos qué alegría más grande ha de sentir Dios, cuando todos nosotros sus hijos lo bendecimos; cuando nos tomamos el tiempo para reconocerlo como nuestro Padre Celestial y entender que somos también, sus hijos amados.

El agradecimiento debe ser parte de todos los días, algo que decimos con mucha frecuencia, sí, porque no somos nada sin la voluntad de Dios y es a él a quién más debemos de agradecer.

Y ¿qué pasa si yo agradezco poco?

Cuando somos conscientes de los dones y talentos que hemos recibido de Dios y nos damos cuenta de ellos es cuando no vamos a dejar pasar ningún segundo sin decirle a Dios: “gracias Padre”, “bendito seas”.

Jesús le da las gracias a Dios, porque es a los sencillos a quienes deja ver su verdad. Sí, a ti y a mí y lo dice de esta manera: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla!”.

Pero, ¿de qué está hablando? Está hablando del amor.

Dios obra en nosotros a través de su misericordia, nos entrega por medio del Espíritu Santo los talentos que necesitamos para salir adelante. Nos enseña a tener compasión, como el samaritano, a ser buenos como María a los pies de Jesús, nos demuestra que somos importantes para él cuando nos busca en esa oveja perdida. Y entre sus regalos, están la inteligencia, la sabiduría, el temor a ofenderlo, la paz. Y todo esto de lo que agradece Jesús, tiene que ver con su amor infinito; que solo a los que estamos dispuestos a escuchar, nos son revelados.

Hagamos como el Hijo de Dios y bendigamos todo el tiempo la presencia del Señor, el Buen Pastor, en nuestra vida.

Propósito de hoy: Gracias Padre, porque en tu misericordia te apiadas de mi cuando me arrepiento. Te bendigo con todo el amor que hay en mi corazón.