9 DE JULIO: YO PERTENEZCO AL REINO DE DIOS.

Mateo 10, 1-7 “Vayan y proclamen por el camino que ya se acerca el Reino de los cielos”.

¡El Reino de los cielos! Ya se acerca y no es otra cosa que un reencuentro con Jesús. ¡Sí! ¡Es vivir a Jesucristo resucitado! ¡Es dejarse amar por él! Y entonces hay que preguntarnos ¿estoy preparado?

Jesús llama por su nombre a cada uno de sus discípulos y les encomienda que vayan a buscar a las ovejas perdidas de la casa de Israel, les dice que no se detengan en ningún lugar y les da también la gracia para expulsar demonios y sanar enfermedades.

¿Qué significa que los haya llamado por su nombre? ¿Cómo te sientes cuando estás en un grupo y te llaman por tu nombre? Se siente uno reconocido y Jesús, seguramente quiso hacerles saber que los conoce a cada uno por su nombre, sabe quién son, de dónde vienen y les da un sentido de pertenencia. Al final del día, todos anhelamos “pertenecer” y Jesús los hace dignos al dirigirse a ellos personalmente. Y a nosotros, sí, a ti y a mí, ¡Jesús nos conoce por nuestro nombre! Y nos recuerda lo mucho que nos ama en todo momento. Tal vez en la expresión amable de algún desconocido, en el beso amoroso de quien nos quiere, cuando alguien nos cede el paso en el camino, en el respeto que recibimos de nuestros hijos; sí, es en los detalles cotidianos, que, de alguna manera Dios se quiere hacer presente en nuestra vida.

El Reino de los cielos está en nuestro corazón, y llega en el momento que nos damos cuenta. Cuando reconocemos nuestra capacidad de misericordia, de bondad, de alegría y que la compartimos con aquellos que caminan junto a nosotros. Es así, que Jesús quiere que salgamos a hablar de él, a compartirlo con los demás, que seamos testimonio de que conocemos a Dios por medio de nuestras acciones, de la manera en que hablamos con otros y que los reconocemos por su nombre.

No dejemos de caminar de la mano de Dios, que sea nuestro propósito para poder llegar hasta el Reino de los cielos, hasta un encuentro de amor con Jesús al darnos cuenta que él ya habita entre nosotros.

Propósito de hoy: Padre de amor, dame tu sabiduría para comprender el dolor de los demás y para ser una palabra de consuelo para ellos que los ayude a reconocerse hijos tuyos, como yo sé que tú, me llamas por mi nombre.