Lucas 10, 1-12, 17-20 “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos”.
Cuando Jesús dice, en este Evangelio de Lucas: “. Rueguen, por lo tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos”, nos está pidiendo que en nuestra oración le pidamos al dueño de la mies, que es Dios mismo a que haga corazones amantes de su Palabra, para así ser un mayor número de cristianos decididos a proclamar su Palabra de vida eterna.
Existen en el mundo poco más de 2 millones de cristianos, dentro de una población de alrededor de 8 billones de habitantes, que equivale aproximadamente al 33% y de este porcentaje que hay por todo el mundo, solo el 16%, somos católicos. En Tierra Santa habitan al rededor de 180 mil cristianos, representando solo el 1.9%. Así que esa petición que hace Jesús a sus discípulos hace 2 mil años, aún está vigente, tenemos que rezar mucho por las vocaciones, por la conversión de aquellos que no conocen a Dios y por nuestro ministerio como cristianos que llevamos la voz de Dios al que jamás la ha escuchado.
Sabemos que la cosecha sigue siendo mucha y que nosotros, los trabajadores somos muy pocos, pareciera que cada día va disminuyendo la cantidad de personas que creen en Dios. Tal vez, hoy tenemos una gran misión, que seamos un ejemplo en la imitación de Cristo para que otros quieran seguir nuestra voz, hasta llegar al Hijo de Dios y a nuestro Padre Celestial.
Que seamos portadores de la verdad del Señor, que nuestras acciones reflejen ese sentido de pertenencia que nos une como hermanos cuando comulgamos con la misma ideología de Dios. En este 33% de personas nos debemos identificar como cristianos comprometidos, que llevamos a Jesús en el control.
¡No tengamos miedo! Nos lo decía San Juan Pablo II, y sus palabras siguen siendo muy actuales. Vivamos sin miedo a que nos llamen locos, o nos critiquen o nos juzguen por se verdaderos hijos de Dios.
Propósito de hoy: Padre quiero ser trabajador para tu cosecha y sembrar fruto bueno, para cosechar a tu lado la paz y el amor que hay en mi corazón.