4 DE JULIO: SIGO TU CAMINO DE AMOR.

Mateo 9, 9-13 “Yo quiero misericordia y no sacrificios”.

¡Qué bonitas son las respuestas de Jesus! Él quiere que tengamos un corazón ardiente, despierto y sensible.

En este Evangelio de Mateo, Jesús lo llama y lo invita a seguirlo. Y él, sin poner en duda la Palabra de Dios, deja su escritorio de recaudador de rentas, su riqueza y el poder que conlleva este trabajo y se levanta de tras de él.

¿Qué es lo que hizo que Mateo lo dejara todo por seguir a Jesús? Tal vez, la misericordia de Dios. Sabemos que Mateo fue rechazado hasta por sus propios padres, todos lo veían como un enemigo, pero, para Jesús, solo era una oveja descarriada que necesitaba una oportunidad. Y Mateo vió en Jesús al Salvador, al que no juzga, al que sabe amar.

Jesús quiere que seamos misericordiosos, que le demos posada al peregrino, que escuchemos al que está solo, que le demos de comer al hambriento y de beber al sediento y muchas veces el sentido no es totalmente físico, no, muchas veces es en un sentido espiritual. Darle de comer al que tiene hambre de conocer la verdad, de beber al que tiene sed de justicia, dar posada a las penas de los demás con una palabra que consuele, para que la misericordia de Dios tenga lugar en la vida de todos nosotros.

Dios no ha venido por los que observan la ley y son puros, sino por todos nosotros que nos sentimos puros porque observamos la ley, pero solo lo hacemos de dientes hacia afuera, donde no cabe la misericordia y mucho menos el amor al prójimo. Jesús quiere que despertemos, que nos comprometamos a ser mejores personas, a ver a los demás, a sentir su dolor y a movernos, a actuar para compartir con todos el amor de Dios, sí, ese que está ahí adentro de nuestro corazón.

Mateo se sintió especial, porque la mirada de Jesús se posó sobre él y decidió cambiar, dejar su vanidad, su soberbia, su poder y así sin más, lo siguió, sabía que su vida empezaría a tener sentido. Vamos dándonos cuenta, que la mirada de Dios, también está sobre nosotros y que tenemos la presencia de Jesús en cada acción de amor que tenemos. Él nos ha elegido porque tiene planes para ti y para mí.

¿Estamos preparados para seguir a Jesús? ¡Seguro que sí! Solo hay que decidir qué clase de vida queremos tener y si queremos que mejore la que ya vivimos o si vamos a hacer caso omiso a la invitación de Jesús a seguirlo. Cualquier decisión que tomemos, no hay que tener miedo, Dios nos ama igual y pacientemente él espera que nosotros lo reconozcamos y lo dejemos actuar en nuestro corazón.

Él es un Padre de amor, que espera por sus hijos como al hijo pródigo, que sabe que un día vamos a regresar para encontrar en él, el camino a la salvación y no dejarlo jamás.

Propósito de hoy: Ten misericordia de mi y ayúdame a ver a los demás con los ojos de Jesús para poder seguir el camino de amor que tienes para mí.