29 DE JUNIO: ME RECONOZCO PECADOR Y TE PIDO PERDON.

Mateo 16, 13-19  “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?”, pregunta Jesús. Y ellos, sus discípulos le contestan: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Este es un Evangelio en el que todos se sienten identificados y reconocidos, Jesús le anuncia a sus apóstoles que en Pedro edificará su iglesia y ellos saben que Jesús es el Hijo de Dios.

Y estamos viviendo una escena de fe, de amor y de perdón. Hoy recordamos a Pedro y a Pablo; ellos nos unen al amor de Dios por medio de la misericordia de su Hijo, Jesucristo. Uno negó conocerlo y el otro lo perseguía. Y los dos fueron grandes personajes de la historia de amor del Hijo de Dios. Pero ¿cómo es eso?

Jesucristo los perdonó y los hizo fuertes en sus convicciones, cambiaron su manera de escucharlo y con humildad después de traicionarlo se arrepintieron de sus acciones y Dios los perdonó.

Nosotros, ¿tenemos esa fe? ¿En realidad sabemos que Dios nos perdona? ¿Creemos en él?

El ser humano tiene la capacidad de darse cuenta de lo que está bien y de lo que está mal. Muchas veces creemos más en lo que no nos conviene, ponemos en duda lo que es mejor para nosotros y caemos en tentación ante lo que se ve más bonito, lo que nos conquista y sin darnos cuenta, ya lastimamos a alguien, ya traicionamos nuestra forma de pensar, y nos vendimos por soluciones baratas que solo nos causan vacío en el alma, dolor, pesadez y empezamos a aislarnos del mundo en el que vivimos. Este sentimiento no nos permite saber que pertenecemos al rebaño de Jesús crucificado. Que es él quién vino a abrirnos el portal de la luz de Dios, que en su amor quedan perdonados nuestros pecados.

Hoy es un buen día, en que recordamos a Pedro y a Pablo y que podemos identificarnos con ellos, que al final del camino, salieron de la obscuridad del miedo, del odio, del deseo de poder, de la soberbia y lograron salir de las tinieblas, vencieron tentaciones, ablandaron el corazón por que Dios fue misericordioso con ellos, los perdonó, les recordó que loa ama y que no importa cuál era su pasado, lo que importaba era su presente para vivir un futuro de su mano, próspero, sabiéndose pecadores, con un corazón arrepentido que fue perdonado por la gracia de Dios.

Propósito de hoy: Quiero vivir la Palabra de Dios porque me doy cuenta, que su Palabra de vida eterna tiene para mí, el perdón de mis pecados, la sanación de mi alma y la esperanza del mundo futuro que Jesús me ha prometido.