Lucas 9, 11-17 “Denles ustedes de comer”.
La Solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, “Corpus Domini”, que se instituyó el día 19 de junio, se vive también al siguiente domingo del calendario litúrgico, dándonos así, la oportunidad de escucharla en la misa a la que todos acostumbramos asistir el fin de semana y nos recuerda el amor misericordiosos de Dios.
“El pan que del cielo baja”, que se ha hecho comida y bebida, es Jesus mismo, que ha venido para la salvación de todos nosotros. Dios ha querido quedarse entre nosotros en la forma del Pan y nos comparte su misericordia cada vez que comulgamos en la Eucaristía.
“Este es mi Cuerpo… Esta es mi Sangre…” es Cristo, es el pan de vida, es nuestra fuerza en el camino, es el pastor amoroso que nos guía y nos rescata cuando lo imploramos. Nos invita en este banquete a dejarlo entrar a nuestro corazón, para él, realizar maravillas.
“El que come de este pan y bebe de esta sangre, no morirá para siempre”. Viviremos en la resurrección del último día, porque esa es nuestra fe, la fe de la iglesia, de todos aquellos que sabemos que el camino a la verdad, es de la mano de Dios.
Jesus nos pide que salgamos a compartir su palabra con los demás, “denles ustedes de comer”, comer de su amor, de su misericordia, de su bondad para crecer como hijos de Dios, en el perdón y en la caridad. Para saber que no estamos solos, alimentarnos unos a otros con compasión, reconociéndonos pecadores y queriendo entender eso de amarnos como Jesús nos ama.
Que nuestra vida se dirija alegremente a compartir a Dios con los demás, a ser solidario al entender el dolor de nuestro hermano y estar ahí para escuchar; a servir con amor a quien nos pide ayuda, a crear espacios de convivencia donde lo que nos una sea el amor, aún con nuestras diferencias; porque al final de nuestra vida, vamos a ser reconocidos por nuestra capacidad de perdonar y por el amor que supimos dar. Vivamos esta Última Cena del Señor con todos aquellos con quienes compartimos nuestro camino, donde lo más importante sea recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo en nuestros corazones.
Propósito de hoy: Quiero llevar ese alimento que Dios me da, a quienes aún no lo conocen, para que juntos caminemos hacia la verdad de su amor, que no es otra cosa que intentar amarnos como él nos ama.