Mateo 6, 19-23 “Porque donde está tu tesoro, ahí también está tu corazón”.
“Tus ojos son la luz de tu cuerpo; de manera que, si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz”. Así nos habla Jesús, y para entender que vemos con la luz, que el amor de Dios, siembra en nuestros corazones.
Y nos dice también: “Pero si tus ojos están enfermos, todo tu cuerpo tendrá oscuridad. Y si lo que en ti debería ser luz, no es más que oscuridad, ¡qué negra no será tu propia oscuridad!”
¡Qué duro!
Si nuestros pensamientos opacan la luz de nuestro corazón, estamos dejando atrás la esencia transformadora del amor de Dios en nuestra vida. Solo vemos lo negativo y olvidamos “oler las rosas”, como se dice por ahí.
Pero, lo más importante es que al darnos cuenta, podemos corregir nuestros pensamientos y acciones. Podemos empezar con una buena lectura, con un excelente libro y tal vez ya tienes uno, se llama Biblia. En la Biblia encontramos el Nuevo Testamento, y en él podemos inspirarnos con palabras sabias; palabras que nos saquen de muchas dudas, que nos alienten y que nos den esperanza para un futuro lleno de amor. Con las historias de vida que nos enseña Jesucristo, somos capaces de reconocernos en la figura de un buen pastor, de un buen samaritano, de un hijo pródigo y llenarnos de un amor incondicional que nos ayuda a perdonar, y ese es nuestro mayor tesoro, no hay que olvidarlo: el amor. En Jesús nos podemos identificar para ver con la mirada de su corazón y para cambiar nuestras acciones alejándonos de las tentaciones banales que nos distraen de un camino de bondad y de amor; que aparte de hacernos daño, nos alejan de Dios.
No acumulemos tesoros en la tierra, mejor concentrémonos en acumular tesoros en el cielo. Estás a buen tiempo de comprar una buena Biblia, o de sacar del librero esa que tienes olvidada y encontrar respuestas a todo, así como la inspiración a imitar personajes de nuestra religión, empezando por el Hijo de Dios, nuestro tesoro.
Propósito de hoy: Padre, ayúdame a darme cuenta que al desarrollar mis dones y virtudes para el bien de todos, estoy acumulando los tesoros que me llevarán hasta tu casa. Que la avaricia y el egoísmo nos me distraigan acumulando tesoros en la tierra como el poder, la riqueza material y la venganza, que sea yo, tu hijo fiel a tu Palabra.