18 DE JUNIO: QUIERO LOGRAR TENER LA HUMILDAD DE JESÚS.

Mateo 6, 1-6, 16-18 “Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente”.

El ser humano, por naturaleza tiene la necesidad de que le halaguen por haber hecho algo, es como un elogio al ego y parece que en realidad no se conforma si no se le agradece lo suficiente. Y entonces, ¿en dónde queda nuestra humildad, esa, la de seguir los pasos de Jesús?

Es verdad que hablamos de los dones del Espíritu Santo, de las virtudes y talentos que se nos han dado, por la gracia de Dios. Y que nos fueron dados para desarrollarlos y utilizarlos para el bien común, para ser reconocidos con humildad, mas nunca con soberbia. Todo lo que hacemos por voluntad propia, porque nos mueve el Espíritu de Dios, no debe ser para recibir reconocimientos, o premios especiales. No. Entonces se pierde la gracia de hacer algo bueno, positivo, donde el único fin es que sea Dios el que se da cuenta. Si oro, que sea en silencio, en mi intimidad con Dios; si doy limosna no es porque me sobra, que sea porque aun que sea poco lo hago con intención; que el día que quiera ayunar con propósito no sea para que los demás crean que tengo una gran fe. Jesús nos pide en este Evangelio de Mateo, que no seamos como los hipócritas, que lo gritan ante todos, porque así no es como encontramos las maneras de dar testimonio de fe.

“Por lo tanto, no lo anuncies con trompeta”. Dios Padre ve lo secreto y es así como le agradamos: “tu Padre que está en lo secreto, y tu Padre que ve lo secreto, te recompensará”. Y él nos recompensa todos los días, nos llena de bendiciones, nos sana las heridas, está con nosotros en los momentos difíciles, y nos deja saber lo mucho que nos ama.

Su amor, nos prepara para la vida eterna.

Así que vamos tomando las palabras de Jesucristo, para ser testimonio de fe. Practiquemos las obras de piedad y misericordia desde lo profundo de nuestro corazón, en la intimidad, y en ese servicio a los demás con alegría sabiendo que es Dios, el único que necesita darse cuenta.

“Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto, y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará”.

Propósito de hoy: Dame tu humildad, Padre, para no sentir que necesito que otros me alaben o me reconozcan cuando practico obras de misericordia, cuando hago el bien o cuando me acerco a mi hermano a pedirle perdón por mi soberbia.