17 DE JUNIO: QUIERO IMITAR TUS OBRAS.

Mateo 5, 43-48 “Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto”.

Ser perfectos…en verdad Jesucristo nos ama cuando confía en que podemos ser perfectos, sí, como su Padre celestial. Y en este Evangelio, nos habla mucho del amor, de ese del que somos capaces de dar y que a la vez, nos permite ser un reflejo de lo que nosotros recibimos por parte de Dios.

Es en esta lectura que nos dice Jesús, que tenemos que amarnos unos a otros, debemos ser buenos, no odiarnos y ayudarnos para que en  nuestra vida siempre salga el sol. Dejar que la luz de Dios, nos guíe, nos lleve hacia una vida que se fortalezca con nuestra oración.

Glorificar a Dios, es una muestra de que le permitimos al Espíritu Santo, su presencia en nuestra vida. Nos enseña que para llegar al reino de Dios, debemos ser humildes, buenos, y practicar la reconciliación, primero con nosotros mismos y después con nuestros enemigos. Que es difícil, ¡por supuesto! ¿Cuándo las cosas son fáciles? Pero ahí está el mérito, en que nos debemos esforzar para estar bien con el que nos cae mal, con el grosero, con el soberbio, porque en ocasiones somos así también nosotros.

Al escuchar la voz de Jesucristo, cuando leemos los Evangelios, vamos comprendiendo en dónde está la felicidad; nos damos cuenta qué debemos hacer para alcanzar las bendiciones de Dios y no es otra cosa que imitar sus obras. Ser más como él, amar por sobre todas las cosas, perdonar al que nos ofende y acercarnos a pedir perdón a quién lastimamos. Si, imitar a Cristo, eso es lo que nos va a llevar a la perfección, a la plenitud del amor de Dios, al momento en que nos podemos sentar y darnos cuenta si nuestras obras de servicio, son dignas, si son suficientes, si las obras de misericordia las hemos vivido con alegría, si hemos puesto el corazón en nuestro haber diario, o si solo nos limitamos a vivir indiferentes ante la vida de quienes nos rodean.

Es momento de tomar control de nuestra fe, de pedirle ayuda al Padre para acercarnos más a él, para que la oración sea algo que hacemos todos los días, para acercarnos a la Eucaristía y a la confesión y en especial para llegar a ser imagen y semejanza de Jesucristo ante los ojos de Dios.

Propósito de hoy: Permíteme Padre, llegar hasta ti por medio de mis acciones, de mi comportamiento y de la forma en que me dirijo a los demás. Ayúdame a aumentar mi fe.