12 DE JUNIO: AYÚDAME A SER HUMILDE PARA PEDIR PERDÓN.

Mateo 5, 20-26 “Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano”.

De los Evangelios, este de Mateo me gusta mucho, sí, por que nos habla de honestidad. De no engañarnos a nosotros mismos, porque en nuestra vida, hay dolores que solo cada uno conoce.

Si tú crees que vas a la casa de Dios, lleno de pureza, de virtudes, de ofrendas para Dios, pero le guardas rencor a tu hermano- léase que todos somos hijos de Dios, por consiguiente cuando Jesús habla de ‘nuestro hermano’ se refiere a cualquier ser humano que conocemos-, y que tienes odio, o rencor por tu hermano, que lo has humillado, o lastimado, ve y regrésate, búscalo y pídele perdón, antes de que te presentes ante Dios. Porque a Dios no le sirve nuestro falso amor, cuando tenemos cuentas pendientes con alguien a quién lastimamos o tratamos mal. Seríamos unos hipócritas, como luego nos dice y no importa si somos muy buenos con algunas personas, si hay dolor o maldad por haberle hecho mal a alguien más.

Hacer el bien, sin mirar a quién, aplica muy bien el día de hoy. Todo ser humano tiene la capacidad del bien y del mal y depende de cómo esté nuestra fe, nuestro conocimiento de Dios, para actuar según su Palabra.

Si yo quiero seguir los mandamientos y respetar la Palabra de Dios, debo ser humilde en mis acciones. ¡Sí¡ debo tener el deseo de procurar la paz entre nosotros y no solo de dientes hacia afuera, sino desde lo más profundo de nuestro corazón.

“Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo”, nos dice Jesús, habla de el enojo, del insulto del desprecio, que son acciones de nuestro temperamento; ahora imaginemos si hay algo más que eso entre nuestro hermano y nosotros.

Practiquemos las obras de amor y de misericordia que Dios tiene todos los días hacia nosotros, con los demás. Pensemos que ellos, al igual que tú y que yo, son un reflejo del Hijo de Dios, estamos hechos a imagen y semejanza que el y tenemos la misma capacidad de virtud que él.

Entonces ¿Por qué perdemos el tiempo imitando a otros, en lugar de dar fe de que Jesucristo es nuestro Señor, nuestro guía, nuestro ejemplo? Vamos, te invito….podemos empezar hoy mismo.

Propósito de hoy: Padre, llena mi corazón de humildad, porque tú sabes que me duele estar separado de mis hermanos, ayúdame a acercarme a ellos para pedirles perdón por el daño que les he hecho y también a perdonar a cada uno que ha venido a reconciliarse conmigo. Quita de mi corazón esos sentimientos de rencor, de odio y de venganza para poder ser ejemplo de eres tú el que guía mi camino y lo llena de luz.