11 DE JUNIO: DOY TESTIMONIO DE TU AMOR.

Mateo 5, 17-19 “No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud”.

Jesús que vino a dar testimonio de amor, vino a ayudarnos a ser plenos; a darnos plenitud y a enseñarnos que, en la verdad de Dios encontramos la manera de ser feliz.

Darle plenitud a la ley es hacer que las reglas de vida, se cumplan. Que no tratemos de brincarnos o de buscar atajos en el camino que hemos de recorrer. Un ejemplo muy cotidiano es hacer algo “porque nos están viendo”. Sí, traicionamos nuestro valor cuando dejamos de ser honestos todo el tiempo; cuando presentamos una cara afuera, con los demás, que es diferente a la realidad de nuestro día a día. Dejamos de ser nosotros mismos y muchas veces pisoteamos nuestros principios por “quedar bien”, que al final del día solo logramos que los demás pierdan la confianza en nuestra palabra.

Seguir la ley de Dios es comprender el mensaje de amor que nos trae Jesús.

Es reconocer en los demás su capacidad de verdad, de amar, de servir de la misma manera en que la reconocemos en nosotros. Nadie da lo que no tiene, decimos por ahí. Lo que implica que si yo no escucho el mensaje del Espíritu de Dios, estaré siempre en duda de que tú lo puedas escuchar. Si yo no creo en Dios, me va a costar trabajo pensar que otros creen en él. Si yo viví una vida de maltrato, voy a querer maltratar a otros. Si en mi hogar recibí amor y crecí rodeado de una familia que se valoraba entre sí, posiblemente yo tenga una mayor capacidad de compartir ese amor con los demás. Y en ese amor, están las bendiciones que recibimos de Dios, que nos llevan a querer cumplir la ley y a querer oír el mensaje de Jesucristo a través de los Evangelios, donde él nos enseñó ese Mandamiento Nuevo: “Ámense unos a otros, como yo los amo”.

¡Qué mayor muestra de amor!

Jesús nos ama tanto que nos llena de amor el corazón para que nosotros podamos amar a otros de la misma manera que él nos ama. Y en eso consiste darle plenitud a la ley, en que se cumpla plenamente.

Él no vino a causarnos daño; él vino a hablarnos del amor que nos da la Palabra de vida eterna de Dios Padre.

Propósito de hoy: Aumenta mi fe, Padre de amor, para que yo pueda seguir tus leyes con la certidumbre de saberme amado por ti, para no fallarte y poder ser testimonio de que vives en mi corazón.