Juan 14, 15-16. 23b-26 “El Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”.
Qué bonito el Evangelio de San Juan de hoy. Nos habla de la continuación de Jesús en nuestras vidas: “les recordará todo cuanto yo les he dicho” y aparte ¡nos viene a enseñar todas las cosas por medio de dones! Y es que estos dones son las virtudes que Dios pone en cada uno de nosotros.
Pero ¿cómo, qué es eso?
Todos tenemos cualidades diferentes, y algunos hemos aprendido a desarrollarlas más que otros. Éstas nos ayudan para nuestra santidad, recordando que por el bautismo todos somos llamados a ser santos, y nos permiten vivir una entrega fecunda al servicio de Dios a través de los demás. Son nuestra guía para una vida digna en el nombre de Dios.
Hoy, podemos reflexionar en ellos entendiendo que es el Espíritu Santo quién nos los regala, no son dones o virtudes que llegan por sí solos y es muy importante para nuestra vida íntegra que aprendamos a usarlos para el bien de todos, no solo el nuestro.
Vamos acordándonos de ellos. El Don de la Sabiduría, es el que nos ayuda a discernir el valor de las cosas de Dios, el bien del mal. El Don del Entendimiento es por el cuál comprendemos mejor nuestra fe, aquello que vino a darnos Jesucristo, por consiguiente mejoramos nuestra relación con Dios. El Don de Consejo nos guía con sabiduría a tomar buenas decisiones. El Don de la Fortaleza es esa fuerza interna que nos detiene ante las tentaciones y la que nos ayuda a aumentar nuestra fe cuando pasamos momentos difíciles. El Don de la Ciencia, no es otra que descubrir el valor de la verdad para entender las cosas del mundo, la naturaleza y de la propia vida creada por Dios. El Don de la Piedad es la que nos lleva a amar a Dios como Padre, es llenar nuestro corazón de amor hacia él. Y por último está el Don del Temor de Dios, que no es temerle a Dios, no, es no querer ofenderlo, es amarlo por sobre todas las cosas y respetarlo, siguiendo su Palabra de vida eterna.
Y así, los Dones del Espíritu Santo, junto con los Mandamientos de la Ley de Dios, nos ayudan a salir adelante, ninguna pena queda desatendida, nos fortalecemos en el amor infinito de Dios. Y una vez más, se cumplen las promesas de Jesús cuando nos dice que llegará “el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre” y nos llenará con el fuego de su amor y de sus bendiciones.
Propósito de hoy: Hoy abriré mi mente y mi corazón para recibir la llama del Espíritu Santo y que se haga en mi, según la voluntad de Dios de acuerdo a mi fe.