1 DE JUNIO: RECIBO TODAS TUS BENDICIONES.

Lucas 24, 46-53 “Levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo”.

Jesús subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre, por quién todo fue hecho, así reza el Credo, donde recitamos que creemos en Dios Padre, en Dios Hijo y en Dios Espíritu Santo.

Jesús, al ascender al cielo, nos invita a contemplarlo en nuestro corazón, él se hace presente en nosotros en todo momento, ya no está en un solo lugar, si no en todos los lugares a donde volteamos.  ¡Él está aquí! A tu lado y al mío y quiere que nosotros lo reconozcamos como el Señor, nuestro Dios.

Contemplamos en la foto del día de hoy, la piedra en el Monte de los Olivos de donde se recuerda el día en que Jesús ascendió al cielo y muchos cristianos nos reunimos este día en esa pequeña capilla, rodeada de sacerdotes y frailes Franciscanos, de sacerdotes católicos y de fieles que creemos que esa piedra fue el último lugar donde Jesús pisó antes de subir al cielo.

Nuestra fe, nos permite creer en Jesús, el Hijo de Dios y dar testimonio de que él vivió entre nosotros para enseñarnos la verdad que hay en su Palabra. Creemos en Dios por la gracia de la fe y si aún dudamos, debemos acercarnos a Dios en la oración para pedirle que aumente nuestra fe, que nos dé sed de él, que nos haga tener la necesidad de su cobijo, para darnos cuenta que de su mano todo es posible.

La presencia de Jesús Hombre, termina con esta solemnidad de la Ascención al cielo y nos abre el camino al compromiso de seguir nuestra misión permanente de proclamar su Palabra de vida eterna. De creer que Jesús vino a traernos la paz y a demostrarnos cómo debemos amar a los demás. Jesús sube al cielo, pero se queda entre nosotros y nosotros lo acogemos en cada obra de misericordia, en cada acción hacia el prójimo, y en cada una de las cosas que hacemos por los demás.

Propósito de hoy: Padre, ayúdame a recibir tus bendiciones y a estar siempre a tu lado; que tu amor llene de luz mi vida para siempre estar dispuesto a escuchar tu voz.