Juan 16, 20-23 “Yo los volveré a ver, se alegrará su corazón y nadie podrá quitarles su alegría”.
¡Qué alegría volver a ver a Jesús! Y es que él siempre está cerca de nosotros, está en el amigo, en la vecina, en el rostro de Mamá, en la sonrisa del niño. Y cada instante es un momento de alegría por el reencuentro con nuestros hermanos, quienes son también, hijos de Dios.
Y que palabras tan reconfortantes, las del Hijo de Dios: “Yo los volveré a ver”…es la esperanza de todos los que creemos en Jesús, es saber que va a regresar a nosotros, a su hogar dentro de nuestro corazón. Y hay que estar preparados, como cuando llegan los hijos a casa, los estamos esperando con los brazos abiertos, porque han vuelto; con un plato de comida por si llegan con hambre, con una cobija por si tienen frío, con un vaso de agua, por si tienen sed. Así regresa Jesús, listo para llenarnos de bendiciones, para saciar nuestra hambre de su verdad, nuestra sed de su Palabra y para consolarnos en nuestro dolor.
Nadie puede evitar que nuestro corazón se llene de alegría con la llegada de Jesús a nuestra vida; es nuestro privilegio porque somos hijos de Dios, porque amamos a Jesucristo y tenemos fe, confiamos en él, y en su Palabra de vida eterna.
Vamos preparándonos a recibir a Cristo, pongamos nuestra mente en el mensaje que trae para cada uno de nosotros. Reconciliémonos con nuestro hermano, acerquémonos a pedir perdón, seamos una luz en el camino llenos del Espíritu Santo. Procuremos el bien, sigamos los mandamientos de Dios, vivamos las obras de misericordia, que nunca dejemos de rezar para que Dios siga aumentando nuestra fe.
¡Jesús ha regresado ya! Y vive en tu corazón, en el mio y en el de todo aquel que quiera vivir su Palabra.
Propósito de hoy: Padre de amor, prepara mi corazón para tener las manos llenas de virtud cuando tu Hijo amado regrese a mí.