29 DE MAYO: ES TU AMOR EL QUE ME LLENA DE ALEGRÍA.

Juan 16, 16-20 “Ustedes estarán tristes, pero su tristeza se transformará en alegría”.

¿Cómo es eso de que nuestra tristeza se transformará en alegría?

Cuando nosotros, como cristianos entendemos los motivos de la muerte y resurrección de Cristo, nos podemos dar cuenta que todo lo que él vino a sufrir por nosotros, tiene ahí su plenitud. ¡Que ha venido a salvarnos! Sí, a ti y a mí. Y al comprender esto, podemos llenarnos de alegría al saber que Dios nos ama tanto que envía a su Hijo amado a morir por nosotros.

Jesús trata de decirle eso a sus discípulos pero ellos no logran entender, y bueno, no es que sea muy sencillo de entender. Escuchemos: “Dentro de poco tiempo ya no me verán; y dentro de otro poco me volverán a ver”, es un acertijo que solo con profunda fe en las cosas del Padre, se puede entender.

A nosotros nos embarga un sentimiento similar, cuando perdemos a alguien a quién amamos. Nos llenamos de tristeza, nos duele, sufrimos una pérdida, como le sucedió a María, la Madre de Jesus, o a María Magdalena, o a sus discípulos, cuando murió Jesús; y lo que nos sostiene es nuestra fe. Es la esperanza de la resurrección y de vida eterna, como nos promete Dios, como rezamos en el credo durante la misa, como hemos aprendido al escuchar la Palabra de Dios. ¡La vida eterna! Y nosotros también, tendremos el consuelo de que no moriremos para siempre, que llegaremos a los brazos del Padre al momento de ser glorificados con la vida eterna.

Y entonces, nuestra tristeza se transformará en alegría.

Jesus regresó a sus discípulos, caminó con ellos a Emaus, donde aún no lo reconocían hasta el momento de partir el pan con sus discípulos, enseñándoles que su misión era ir y hablar de él, de los milagros de sanación que incluso ellos también podían realizar en el nombre de Dios. Y sus corazones pudieron darse cuenta, que Cristo no ha muerto, que está vivo en cada uno de ellos, así como en nosotros: ¡Cristo vive! Enti y en mi…no hay que olvidarlo.

Propósito de hoy: Vivamos con la alegría de saber que Jesús vive en nuestro corazón, al igual que aquellos que gozan ya de la vida eterna y que sus pecados les fueron perdonados por la gracia de Dios. Que nuestra tristeza se transforme en la alegría del amor de Dios.