Juan 15, 18-21 “El mundo los odia porque no son del mundo, pues al elegirlos, yo los he separado del mundo”.
Somos los elegidos de Dios. Y ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que somos hijos de Dios, que él nos ha creado a su imagen y semejanza. Significa que tenemos la capacidad de amar y de perdonar, que podemos imitar sus obras, sí esas de Jesucristo, que nos enseña en los Evangelios.
Y nos dice que el mundo nos odia porque somos seres sensibles, porque tenemos un corazón noble que no traiciona, que no humilla, que busca todos los días las maneras de buscar la paz. ¡Somos bautizados con el Espíritu de Dios! Y formamos parte de su Reino, hemos recibido las promesas de una vida eterna al creer en Dios, en su misericordia y en su Palabra de salvación.
Jesús nos ha separado del mundo, para que busquemos desarrollar nuestros dones y talentos haciendo su voluntad, que no es otra que hacer el bien, como se dice “sin mirar a quién”. Seguir los mandamientos de Dios, nos propician un camino de amor, respetar a nuestros padres, honrarlos, amarnos unos a otros, vivir en la verdad, no tomar lo que no es nuestro, y principalmente amar a nuestro Padre sin dudar, reconociéndolo en Cristo y en el Espíritu Santo, el que nos lo da todo.
Los elegidos, no se rigen por los dioses mundanos, no. Siempre buscamos que las cosas materiales no nos dominen, que no le demos más importancia de la necesaria al dinero, al poder, a las emociones que lastiman como el odio y la venganza. Vivimos hablando con alegría sobre Jesucristo, sobre su vida y su muerte y lo que sufrió por nosotros y de su resurrección, que nos llena de esperanza. Vivimos ayudando a los demás, bendiciéndonos, estando presentes en momentos de angustia, de dolor, de tristeza de nuestros seres queridos.
¡Somos hijos de Dios! Y si nos odian o nos maltratan, o se burlan de nosotros por nuestra fe, recordemos siempre lo que Jesús vivió, todo por venir a enseñarnos a amara con el corazón.
Propósito de hoy: Padre, dame la fortaleza de Jesús para saber responder con tu verdad cuando alguien se ríe de mi fe y dame tu gracia para que cada día creer más en ti, confiando en tu Palabra de vida eterna. Amén.