22 DE MAYO: SE QUE VIVES EN MI CORAZÓN.

Juan 15, 9-11 “Que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena”.

¡Así es el amor de Dios! Quiere nuestra plenitud en todo lo que hacemos, en el amor, en la libertad y en algo tan sencillo pero importante como lo es nuestra alegría, nuestra paz, esa del alma que nos sostiene en la tristeza.

Jesús nos recuerda que al seguir sus mandamientos, estamos cumpliendo con todo aquello que nos une a él; sí, con el amor, el respeto, la caridad. ¿Recuerdas los 10 mandamientos de la Ley de Dios? Sí, esos que nos ubican en nuestra realidad, los que vienen del amor de Dios.

En el Catecismo de la Iglesia Católica, se nos explica exactamente cada uno de ellos y es muy necesario, para alcanzar la plenitud de la que nos habla Jesús, que nos demos el tiempo de aprender sobre ellos. Siempre el más importante va a ser el amor, porque éste está en todos los demás mandamientos.

Jesús nos dice: “Como el Padre me ama, así los amo yo”. ¡Que profundo! Porque Jesús fue enviado por el Padre, a morir por nosotros y en ese amor, Jesús se dió a nosotros, ¡sí, a ti y a mí! ¿Crees que eso es amor? ¿Puedes medir el significado del amor de Dios? Imaginemos que todos respetamos este mandamiento del amor, ¿acaso no viviríamos mejor? Encontraríamos en el otro, la presencia de Dios y de su Hijo Jesucristo, nos identificaríamos unos a otros y seríamos testimonio de la existencia de Dios en todo lo que hacemos por los demás, intentando conservar la alegría de su amor en nuestros corazones.

“Permanezcan en mi amor”, nos dice Jesús…pues ¡Hay que lograrlo! Todo lo que hacemos empieza con un propósito y éste puede ser Jesús. Que nuestra razón de ser sea el Hijo de Dios, que vivamos por él, para él y con él. Que alcancemos la paz por medio de su alegría, esa con la que multiplicó los panes cuando el sermón de la la montaña, o cuando convirtió el agua en vino en Caná de Galilea, o al decirnos “sígueme”. Dios no es otra cosa que amor.

Solo nos hace falta confiar en él.

Propósito de hoy: Padre, lléname de tu gracia para aprender a orar, para aumentar mi fe, para agradecerte cada día por la alegría que hay en mi corazón, aún si me siento agobiado por los problemas cotidianos. Permite que reconozca que tu amor, vive en mi corazón.