Juan 14, 27-31 “La paz les dejo, mi paz les doy”.
Constantemente Jesús nos dice: “es necesario que el mundo sepa que amo al Padre y que cumplo exactamente lo que el Padre me ha mandado”, y nos lo dice para que entendamos que como el amor de Dios, no hay más. Sí, claro está ese amor bonito de los padres a los hijos, el amor romántico entre una pareja, ese de los amigos que confían unos en otros; pero el que Jesús quiere que vivamos es ese amor que hay entre el Padre y nosotros, entre Jesús y nosotros.
Pero, ¿por qué es tan especial ese amor? ¡Porque nos trae la paz!
En su discurso del 14 de mayo, el Papa León XIV nos habla de paz: “porque pasarán a la historia quienes siembran la paz, no quienes cosechan víctimas; porque los demás no son ante todo enemigos, sino seres humanos”. Y hay que preguntarnos, ¿Qué sucede en mí, cuando siento odio y quiero vengarme de los demás? Y nos entristece reconocer que perdemos la paz del corazón, la que nos llega del amor de Dios.
Pero, no hay que desanimarnos, Jesús nos enseña a entrar a un lugar ofreciendo a otros la paz y a la vez recibiendo a Dios en la alegría del que a la vez te contesta lo mismo. Todos tenemos una gran necesidad de llevar una vida sembrando y cosechando buen fruto y Jesús nos invita a no acobardarnos. A ir hacia el frente, a bendecirnos unos a otros, a confiar en él, a creer y a llenarnos de fe por las obras que vemos y que reconocemos que vienen de Dios.
Aprendamos a amar, empezando por Dios Padre, por quién todo fue hecho recordando las palabras de Jesus: “Me voy, pero volveré a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean”. Vamos creyendo en sus palabras de paz y amor para poder dar testimonio de que es en Jesús que nos identificamos con hijos amados de Dios ¡alegrémonos porque Jesús ha resucitado!
Propósito de hoy: Padre, que mi búsqueda de paz esté siempre rodeada de tu amor a donde quiera que voy. Gracias por permitir que mi corazón se alegre al hablar de ti y al dar fe de que creo en tu palabra de amor.