14 DE MAYO: DOY FRUTO ABUNDANTE DE TU AMOR.

Juan 15, 9-17 “Como el Padre me ama, así los amo yo. Permanezcan en mi amor”.

¡Qué amor más grande que el de aquel que nos creó! Dios Padre nos ama, como ama a su Hijo Jesús. Sí, es tanto su amor que se hizo de carne y hueso para que nosotros pudiéramos entenderlo.

Conocer a Jesús significa identificarnos con él. Un ser humano compasivo y misericordioso, que habla con la verdad del Padre, que se preocupa por los demás, empezando por ti y por mí. Nos invita a que sigamos los mandamientos de la ley de Dios con alegría. Que no reneguemos de él, que vivamos en la plenitud de su amor, sin miedos, sin reservas porque es en el corazón que sembramos nuestra mejor semilla, esa del perdón y de la gratitud.

Hoy dia, la doctrina de la iglesia se ha enfocado más en el amor de Dios, en contar nuestras bendiciones y en afrontar nuestro dolor de una manera diferente. Nos ha enseñado a vivir la humanidad de Cristo como propia, donde podemos entender que al final del camino nos espera la vida eterna al lado de Dios y de todos aquellos que llegaron antes de nosotros, porque creemos en la resurrección de los muertos, como lo decimos al rezar el credo. Ahora, hablamos más del perdón como una manera de alcanzar la felicidad; de la piedad como una virtud que refleja nuestro amor por los demás, así como María nuestra Madre Santísima recibió en sus brazos el cuerpo lastimado de su Hijo Jesucristo. Ahora aprendemos que el dolor y el sufrimiento tienen una razón de ser y que siempre vamos a recibir el consuelo de la presencia amorosa de Jesús en nuestro corazón.

Permanecer en el amor de Dios, no es otra cosa que procurar ser mejores seres humanos, vivir sin lastimar, caminar sin pisotear, hablar sin ofender,  y sobre todo significa amar por sobre todas las cosas, que nuestra prioridad jamás sean la venganza o el odio. La compasión es tener misericordia del otro, es ubicarnos en su lugar y darnos cuenta que una palabra amable es más poderosa que una acción de rencor. Vamos amando a Dios, a Jesús como él nos ama, a nuestros padres y a recordar que no hay ofensa mayor que ir a la casa del Padre si tenemos diferencias con nuestro hermano que nos han alejado de él, porque eso es igual a alejarnos de Dios. Como nos dice el Evangelio de Mateo 5, 23-24 “Si al llevar tu ofrenda al altar te acuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda delante del altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano”.

Eso es permanecer en Dios.

Propósito de hoy: Que mi vida busque siempre agradarte Padre, siguiendo tus mandamientos, aceptando mi realidad dando lo mejor de mí, con humildad sabiendo que tú me elegiste a mí, para dar fruto abundante de tu amor.