Juan 6, 52-59 “El que come de este pan vivirá para siempre”.
Cuando escuchamos las palabras de Jesucristo en este Evangelio de Juan nos ponemos a pensar sobre el alimento que nos ofrece vida eterna y nos damos cuenta que es Jesús el pan que ha bajado del cielo, como nos narra Juan, para que entendamos que la vida eterna nos llega como acto de fe, a través de la Eucaristía.
Jesús parte el pan junto a sus discípulos en la ultima cena y él se identifica con ese pan, como un signo del sacrificio que le espera por todos ellos, y por nosotros, que también somos sus discípulos amados. “Este es mi cuerpo y esta es mi sangre, el que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día”.
Vamos preguntándonos si estamos en gracia para poder recibir a Jesús en la Eucaristía. Si tenemos la fe suficiente que nos permita dar testimonio de que es él quién se hace presente durante la comunión, en ese trozo de pan. Hay que preguntarnos, si lo vamos a dejar entrar a nuestra vida, y a nuestro corazón. Y de ser así, vamos agradeciéndole porque su muerte sí ha tenido sentido, para todos los que creemos en él, y comemos su carne y bebemos su sangre, sabemos que nos ha venido a traer vida eterna.
Este día la Iglesia Católica está de fiesta por el nombramiento del nuevo pontífice. Le damos la bienvenida al Papa León XIV como sucesor de Pedro. Dios lo bendiga y sea su guía para enfrentar los retos de nuestra iglesia y del mundo entero. Que la fuerza del Espíritu Santo lo acompañe en cada decisión y que, al igual que nosotros, sea testimonio de que en Jesús encontramos a Dios hecho hombre para creer en él como el pan de vida y de salvación.
Propósito de hoy: Te pido Padre, aumentes mi fe para recibir a tu Hijo Jesucristo en mi corazón cada vez que voy a misa y recibo su cuerpo y su sangre en la Eucaristía. Permite que sea testimonio de fe todos los días de mi vida. Amén.