Juan 3, 16-21 “El que obra el bien conforme a la verdad, se acerca a la luz”.
Y ¿Cuál es esa luz?…¡Esa luz es Dios!
El Evangelio de Juan nos dice hoy: “Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna”.
Te imaginas ¡Cuánto te ama Dios!, si envió a su único Hijo, a Él mismo hecho Hombre, ¡para que tuvieras vida eterna! Sí, tú y yo, y nuestros seres queridos.
Jesus es la luz del camino, que nos dirige hacia el Padre, a donde todos los creyentes esperamos llegar por la misericordia de Dios. A donde nos espera, como Padre amoroso, para darnos la bienvenida a la vida eterna…como nos prometió.
Obrar bien conforme a la verdad, es intentar vivir con alegría y fortaleza todos los días de nuestra vida. Es seguir los mandamientos como reglas del camino que solo nos invitan a hacer el bien, a perdonar, a amarnos unos a otros, a reconocer en Dios el camino, la verdad y la vida. Jesús no vino al mundo para castigar o para condenar, no; como nos dice Juan: “sino para que el mundo se salvara por él.”. Y es que al creer en él como el Hijo de Dios, nos libramos de ser condenados. Porque si Jesús es la luz del mundo y creemos en su verdad, tendremos vida eterna.
Pero, ¿Cómo es que muchas veces preferimos la obscuridad? Nos alejamos de la luz, nos perdemos en el camino.
Hoy podemos comenzar de nuevo, dejarnos salvar por Jesucristo, permitir que nuestra oración se eleve hasta los oídos del Padre, para encontrar en su Hijo, la luz en el camino y no perdernos. Vivir agradecidos, sintiendo que somos bendecidos, sabiendo comprender a los demás, escuchando, aprendiendo, perdonando. Ser buenos no debe ser difícil. Solo debemos tener la conciencia despierta para no faltarle a Dios. Para ayudar a otros, para poner en práctica nuestros conocimientos a manera de servicio, de caridad, de amor.
Vamos pues, dejando que la luz de Jesús ilumine nuestras acciones, esas que nos conducen al bien, no solo al nuestro, sino al de todos. Brindemos un abrazo al que está solo, demos de comer al que tiene hambre, ayudemos al que nos necesita y hagamos todo en el nombre de Dios, recordando que imitar a Jesús es dar testimonio de nuestra fe.
Propósito de hoy: Padre de amor, ayúdame a ser un buen ser humano, que sea para ti, lo mejor de mí.