24 DE ABRIL: QUIERO QUE TU PAZ, ESTÉ SIEMPRE EN MI CORAZÓN.

Lucas 24, 35-48 “La paz esté con ustedes”.

Después de la caminata a Emaús, los discípulos seguían hablando de que vieron a Jesús,  y que lo reconocieron, sin embargo ¿En realidad lo creían y lo decían con fe? Pues entonces, cómo es que cuando llegó Jesús entre ellos les dió miedo, como si no hubieran creído en su resurrección. A veces nos sucede también a nosotros. Estamos esperando un milagro de Dios, y cuando se nos concede ¿Qué hacemos? Ha, pues lo atribuimos a nuestra propia inteligencia, o a que fue porque hicimos bien las cosas, o buscamos algún factor externo para decir que gracias a eso, se logró lo que estábamos esperando. Y entonces ¿Dónde quedó nuestra fe? Esa que nos hizo creer en Dios, pero que al momento de reconocer algo grandioso en nuestra vida, nos olvidamos de nuestra fe, no damos crédito a que se logró por la gracia de Dios. ¿Te ha sucedido alguna vez?

Hay que pedirle a Dios que nos ayude a aumentar nuestra fe, para no dudar ni para tener miedo a lo que no conocemos. La fe es nuestra compañera de diario, es nuestro motor a ver las cosas con los ojos de Dios. Es la gracia que le pedimos a Dios para creer en su Palabra de vida eterna.

“La paz esté con ustedes”, ¡que saludo tan lleno de amor!. Cuando nos presentamos ante alguien y le decimos esta bella frase, estamos dando fe del amor que hay en nuestro corazón y ese amor lo recibimos de Dios Padre. Es un saludo donde estamos bendiciendo a los demás, donde esperamos que se encuentre Dios. Lo decimos cada vez que vamos a misa, y es una manera de reconciliación entre todos, donde estamos deseándole el bien a las personas que están al rededor nuestro y ese saludo de paz, no es otra cosa más que una preparación para recibir la Eucaristía.  Para tener paz en nuestro corazón y para saber que es en el perdón en lo que más nos podemos perecer a Jesús.

¿Qué tal si ponemos en práctica esta frase todos los días y no solo cuando vayamos a misa? ¿Lo intentamos? Y después nos podemos dar cuenta cuál fue la diferencia hacia la manera en que otros nos reciben con este saludo. Seguramente va a ser sorprendente. Te invito a que todo el día de hoy saludes a quién veas con estas palabras y te fijes si la respuesta del otro también hace una diferencia en tu manera de comportarte. ¡Que la paz sea contigo!, ¡Que te sientas bendecido! ¡Que encuentres una razón para amar a Dios y no tener miedo de él, al contrario, que lo veas con los ojos de la fe para que al creer en el, dejes que su amor llene tu corazón de paz.

Propósito de hoy: Que la paz de Dios, reine en mi corazón todo el día para poder compartir estas palabras de amor y esperanza, con todas las personas que veo durante el día, en mi camino.