16 DE ABRIL: TE ENTREGO MI CORAZÓN.

Mateo 26, 14-25 “¿Cuánto me dan si les entrego a Jesus?”

¿Cuánto vale tu fidelidad? Judas vendió al Hijo de Dios, y no lo hizo por que Jesús le desagradara, no, lo hizo por dinero. Entonces es bueno que nos preguntemos qué valor le damos a nuestra fidelidad primeramente hacia Dios, y después, así sencillamente, a nuestros amigos, a nuestros hermanos, a nuestra familia. Y en ese precio, estamos poniendo nuestro valor, ¿Cuánto valgo yo?

Nadie podía creer que uno de los doce vendería a su Maestro, ¿Cómo podía eso ser cierto?, cuando Jesús les dice que uno de ellos lo va a entregar, sus palabras causan tristeza y sin embargo eran ciertas. “Yo les aseguro que uno de ustedes va a entregarme”. Y así fue.

Nosotros llevamos a Jesús a la cruz, fuimos nosotros quienes lo vendimos por unas cuantas monedas de oro, por ese deseo de tenerlo todo, de ser superior a los demás y sí, también de poder. Vamos a revivir la muerte y la resurrección de Jesucristo en estos días y es buen momento para hacer un compromiso con Dios. Arrepentirnos por el mal que le hacemos a los demás, asumir las consecuencias de nuestras acciones y de nuestras palabras. Tal vez Judas en su avaricia no pensó que Jesús sería enviado a morir de esa manera, pero sus palabras fueron suficientes para que se lo llevaran preso; él no cuidó lo que dijo.

Jesús, en su misericordia, pidió por Judas y por todos nosotros, ahí en la cruz, cuando le dijo al Padre que nos perdonara, porque no sabíamos lo que hacíamos; él siguió pensando en nuestra salvación y fue bueno al hablar con palabras de amor, para que su muerte tuviera razón de ser.

¿Que tal si nos entregamos nosotros mismos? ¡Sí! Entregarnos a vivir una  vida como la que vivió Jesús. De bondad, de perdón, de acercarnos a los demás a platicar, a escuchar y a compartir juntos el amor de Jesús, ese que en la cruz nos regaló. Vamos a entregarnos al cumplir los mandamientos, al seguir la Palabra de Dios que es verdad y vida, al ayudarnos unos a otros en el servicio  y a nuestros padres, o abuelos, o a todo aquel que lo necesite.

Propósito de hoy: Quiero entregarte mi corazón Jesús, como tú te entregaste por mi, y quiero poder dar fe de que soy tu hijo imitándote en el perdón y la reconciliación con los demás. Quiero serte fiel y también ser un buen amigo, compasivo y paciente que pueda ver en los demás tu imagen misericordiosa. Permíteme Padre, entregarte mi corazón, para que yo pueda entender que tu muerte significa que diste la vida por mi.