7 DE ABRIL: ERES LA LUZ EN EL CAMINO DE MI VIDA.

Juan 8, 12-20 “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la luz de la vida”.

¡Gloria a Dios en el cielo! Que nos envió su luz para que iluminara nuestra obscuridad, la luz de Jesús, la luz del mundo entero. Y qué bien se siente ofrecer nuestra vida para la gloria de Dios, agradeciéndole cada mañana que estamos aquí, gracias a sus bendiciones, a su amor infinito, a su divina misericordia.

Gracias Padre, por ser esa luz en el camino, aún cuando nos vamos de paso y nos alejamos de ti. Gracias porque tú nos iluminas el camino de regreso a nuestra vida de bien, a donde podemos servir a los demás sin arrogancia, con la alegría de sabernos tus hijos amados. Gracias por enderezarnos la mente y el corazón para escuchar a nuestro hermano y entenderlo y ¿por qué no?, ser una luz también para él, en su camino.

Queremos ser agradecidos con Dios, por los dones y talentos que nos da; entre ellos la inteligencia que nos permite tomar decisiones positivas hacia una vida más llena de fe, hacia un trabajo próspero, hacia relaciones saludables donde nos edificamos unos a otros, en lugar de envidiarnos y maldecirnos. Esa la luz de Jesús, brilla en la obscuridad de nuestro corazón aún cuando no la queremos ver, y está siempre ahí, pero son nuestras acciones destructivas las que la apagan. Pensemos que la luz de Jesús es reparadora, nos sana, nos cura, nos guía y nos fortalece frente a la tempestad; y es que, es su fuerza, la que nos hace poder decir que no, a las tentaciones del mal.

Todos tenemos la capacidad de decidir entre lo bueno y lo malo. Entre lastimar a alguien o ayudarle. Entre caminar siguiendo los mandamientos de Dios, o hacer caso omiso a los mismos, donde siempre el que se perjudica es uno mismo. Hay que darnos cuenta de que toda decisión tiene una consecuencia y que ya no estamos chiquitos como para echar culpas a todos menos a nuestro juicio, o a nuestra manera de decidir. Debemos tomar responsabilidad para poder pedir perdón si es necesario, y para aprender que en la Palabra de Dios encontramos respuestas a muchas de las situaciones en que nos encontramos.

Podemos empezar hoy a prepararnos a recibir la luz de Jesús en nuestro corazón, para dejarla entrar y darnos cuenta que todo tiene dos caminos y que el camino que nos lleva a Dios es el mejor de todos.

Propósito de hoy: Padre, quiero recibir la luz de tu amor en mi corazón para dar testimonio de que tu amor vive dentro de mi corazón.