3 DE ABRIL: BUSCO TU PALABRA Y TE RECIBO EN MI CORAZÓN.

Juan 5, 31-47 “Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me han recibido”.

¡Que llamada de atención es esta, de parte de Jesús! y tiene toda la razón. Él vino a darnos la salvación por medio de su palabra de amor y nosotros no supimos qué hacer con ese amor. No creímos en él, lo juzgamos como alguien que no sabe lo que dice y lo enviamos a una muerte que no merecía. Y él, solo vino a enseñarnos a amar.

“Ámense los unos a los otros como yo los amo”, y nos quedamos pensando: ¿Cómo me pide que ame a aquella persona que actuó en mi contra, que me engañó, que traicionó mi confianza?, ¿Cómo quiere que ame al que me golpeó, al que abusó de mí, al que se burló en mi cara? Y sí, son preguntas válidas. Pero es en ese momento, cuando damos testimonio de fe, es cuando afirmamos nuestra fe en el Hijo de Dios, que ha venido en nombre de su Padre, a hablarnos de amor.

Entonces hay que preguntarnos también, ¿Qué debemos hacer para recibir a Jesús en nuestro corazón?

¡Estar alertas! ¡Despertarnos! ¡Comprometernos con él! ¡Jesús está vivo en nuestro corazón!, ¿lo sabes?, pero todo lo que traemos cargando nos impide verlo. Todas nuestras angustias y nuestro dolor, no nos permite abrazar el amor de Jesús de la manera en que él siempre nos busca. A Jesús le gusta que le pidamos su ayuda, que tenga misericordia de nosotros; él quiere que confiemos tanto en él que le demos nuestro dolor para él cargarlo en la cruz y que nosotros podamos caminar renovados en el perdón, en la reconciliación y en la esperanza de que estamos siendo liberados de culpa para iniciar un camino diferente como seres nuevos de amor.

Nosotros somos los que podemos dar testimonio de la existencia de Jesucristo, así como nos lo anunciaron los profetas, como Juan que vino a preparar el camino, y debemos hablar también de él, como lo hizo Moises. Que no seamos nosotros los que ponemos en duda su existencia en nuestra vida, porque es por la gracia de Dios que Jesús está en nuestro corazón y nos corresponde comprometernos a seguir su voz, a caminar junto a él, a ser luz en la obscuridad.

Propósito de hoy: Jesús que te hiciste de carne y hueso para que yo pudiera verte, quiero gritarte que yo te recibo en mi corazón y quiero dar testimonio de que tu Palabra de vida eterna es mi motor para siempre salir adelante.