8 DE MARZO: TE SIGO CON EL AMOR DE MI CORAZÓN.

Lucas 5, 27-32 “Sígueme”.

Y así, Mateo dejó lo que estaba haciendo y se fue a seguir a Jesús. ¿Qué tendría Jesús en su voz, en su trato, en su manera de dirigirse a los demás, que todos querían seguirlo? Jesús nos extiende una invitación todos los días de nuestra vida a seguirlo, así como hizo con sus discípulos. Quiero imaginar que Jesús debió hablar con mucha dulzura, con un tono de voz que te hacía confiar y creer y también pertenecer.

¿Has oído la voz de Dios?

¡Seguro que sí! Porque Dios habla desde el corazón, sí, desde el tuyo y el mío. Dios habla con su mirada reflejada en tu mirada y en la mía. Dios habla desde el amor, que viene de tu corazón y del mío.

Jesús vió a Mateo con su corazón y no como era juzgado por los demás: “¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?”, porque ellos decidieron creer en el Hijo de Dios, porque ellos se arrepintieron de su comportamiento y de la vida que llevaban deseando tener el perdón de Dios y seguir el camino juntos, con Jesús. Podemos preguntarnos, ¿Cómo es que Jesús eligió al recaudador de impuestos y no a aquel que se la pasaba en el templo? Y él mismo nos contesta, como le contestó a los fariseos: “No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos”. Tal vez refiriéndose a la avaricia de éste hombre, o al deseo de poder de tantos otros que en su actuar iban alejándose cada vez más de la Casa del Padre.

Jesús nos dice en este Evangelio de Lucas: “No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”. Y esos somos todos nosotros, porque si hablamos de justos, nosotros quedamos fuera, como cuando lo mandamos crucificar, en lugar de haber escuchado su Palabra que nos llamaba a seguirlo. A seguir el camino de la conversión, de la reconciliación para arrepentirnos de nuestros pecados.

Esta cuaresma, reanudemos nuestra conversación con Jesucristo para convertirnos en hombres de buena fe, que creemos y confiamos en él al dejarlo todo para seguir a su lado.

Propósito de hoy: Padre, quiero seguir el llamado de Jesús, quiero escuchar su Palabra de amor, para vivir en la gracia del perdón de mis pecados y acercarme cada vez más a ti.