3 DE MARZO: AYÚDAME A PONER MI CONFIANZA EN TI.

Marcos 10, 17-27 “Entonces, ¿quién puede salvarse?”

Nadie.

Si, suena muy fuerte, sin embargo nos dice Jesús: “Es imposible para los hombres, mas no para Dios. Para Dios todo es posible”. Es por medio de Dios que nos salvamos y es también por medio de él que debemos buscar la salvación. “Nadie llega al Padre si no es por mi”, nos dice Jesús.

En este Evangelio, un hombre le pregunta a Jesús ¿qué debe hacer para alcanzar la vida eterna?, y Jesús le recuerda los mandamientos de Dios: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, no cometerás fraudes, honrarás a tu padre y a tu madre”. A lo que el hombre le contesta que ya respeta los mandamientos y los cumple desde que era joven, y Jesús con mucho amor, nos cuenta el Evangelio, le pone la última prueba, a la que el hombre con tristeza aparentemente falla: “Sólo una cosa te falta: Ve y vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y así tendrás un tesoro en los cielos. Después, ven y sígueme”.

“¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!” Le dice Jesús a sus discípulos.

La riqueza material es difícil de soltar, cierto es que a la mayoría de las personas les ha costado mucho adquirirla, sin embargo con esa riqueza muchas veces se genera un apego al deseo de más, hasta convertir al ser humano insensible a las cosas de Dios. Las prioridades se ven alteradas y se cree que una hora el domingo es suficiente para contrarrestar el poder que les da lo material; olvidándose que la salvación es solo por la gracia de Dios, no por lo que se tiene materialmente hablando.

“Hijitos, ¡qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios”.

La confianza de nuestra existencia es en Dios, porque es en él que, encontramos el consuelo cuando algo nos duele, la sanación cuando estamos enfermos, el deseo de bondad cuando queremos vengarnos. Es en Dios que tiene sentido nuestro camino, nuestros esfuerzos, no es malo poseer bienes ni riquezas cuando sabemos utilizarlos para el bien común, cuando tratamos a otros con respeto aún si trabajan para nosotros, al ser agradecidos con Dios y con los demás por ayudarnos a crecer, a ser personas de bien, a querer devolver con acciones lo que hemos recibido. El Reino de Dios es para todos, y debemos seguir trabajando en nuestra santidad, en querer ser la mejor versión de nosotros mismos imitando al Hijo de Dios, sin dejar de reconocer que es Dios quien tiene el poder de salvarnos.

Propósito de hoy: Confío en ti Padre Celestial y pongo mi vida en tus manos, ayúdame a crecer en humildad para que la riqueza que poseo no alimente mi soberbia. Que siempre esté dispuesto a cumplir tus mandamientos y a compartir esa riqueza que tu me das, con los demás.