27 DE FEBRERO: SOY PORTADOR DE TU AMOR.

Marcos 9, 41-50 “Tengan paz los unos con los otros”.

La paz de Dios sea contigo, en tu hogar, con tus amigos, entre unos y otros, son mis deseos y aquellos que nos ha dejado Jesucristo para que a la vez, nosotros seamos portadores de paz.

Este Evangelio de Marcos es muy fuerte, nos narra una enseñanza difícil para que no seamos motivo de pecado, para que seamos personas agradecidas y de bien, bendecidas, que llevemos a otros la alegría del amor que él nos entrega en la cruz.

“Al que sea ocasión de pecado para esta gente sencilla que cree en mí, más le valdría que le pusieran al cuello una de esas enormes piedras de molino y lo arrojaran al mar.” Al mar, a la profundidad del abismo donde todo se convierte en obscuridad porque no supimos utilizar nuestros dones y virtudes para el bien común. Y nos dice que si nuestra mano, si nuestro pie o nuestro ojo son motivo de pecado ¡Mas vale estar manco, cojo y ciego, para entrar al Reino de Dios, que llegar al lugar de castigo, al fuego que no se apaga llenos de pecado!.

También nos recuerda que si le damos agua al sediento y comida al hambriento, todos aquellos que somos de Cristo, tendremos nuestra recompensa en el cielo.

Es como la sal de la vida, nos dice Jesús: “La sal es cosa buena; pero si pierde su sabor, ¿con qué se lo volverán a dar? Tengan sal en ustedes y tengan paz los unos con los otros”.


Vamos conservando nuestra identidad Cristiana de hacer el bien, de servir con amor a los demás, de acercarnos a pedir perdón para que nuestra vida no pierda su sabor. Para que nuestra esencia no pierda su razón de ser y que seamos fiel testimonio de que nosotros somos hijos de Dios, y no queremos ser motivo de pecado para poder recibir la gracia del Padre todos los días de nuestra vida.

Propósito de hoy: Padre, que ninguna parte de mi, tenga el deseo de causarte un mal ni a ti, ni a mi, ni a nadie. Enséñame a ser una mejor persona con el ejemplo de Jesús en la cruz, para ser el mejor testigo del amor que viene de ti.