17 DE FEBRERO: SOY YO, ESA SEÑAL DE TU AMOR.

Marcos 8, 11-13 “¿Por qué esta gente busca una señal? Les aseguro que a esta gente no se le dará ninguna señal”.

¿Por qué Jesús dice esto de los fariseos? Es verdad que ellos se la pasaban buscando motivos para encerrarlo y le cuestionaban cada palabra que decía y Jesús le dice a sus apóstoles que ellos no recibirán señal alguna, no porque tuviera un problema en darles una señal, sino por que jamás la entenderían. Es como a las personas necias y testarudas, no importa con cuánta razón les hables, si no están dispuestos a creer, solo vas a perder tu tiempo; seguramente algo así pensaba Jesucristo. Y es que, para creer: hay que tener fe.

Tu, ¿piensas que alguna vez, Dios te ha enviado señales de su existencia? ¿Las has aceptado? O has actuado igual que estos fariseos, solo en la búsqueda de que Jesús se contradiga, ¿para decir que tú tienes la razón? Si, conozco a muchas personas así, que en lugar de instruirse más en las cosas de Dios, lo cuestionan todo y siempre esperando burlarse de nuestra ignorancia. Pero, la verdad no es que seamos ignorantes de Dios, no; es que siempre hay algo más que aprender de él, de su doctrina, de su Hijo Jesucristo y su misericordia.

Nosotros no tenemos que ser como estos fariseos, aún estamos a tiempo. Podemos seguir la Palabra de Dios en los Evangelios, en las clases de catecismo, en la Eucaristía. Podemos aumentar nuestra fe pidiéndole a Dios que nos escuche y nos llene de su gracia, aprendiendo a orar y a poner en práctica las obras de misericordia con aquellos con quien compartimos nuestra vida.

¿Buscamos señales? Están ahí, frente al espejo, en el milagro de la vida, en la virtud del amor, en la verdad de los mandamientos que seguimos lo mejor que podemos y cuando fallamos, está siempre el perdón de Dios. ¿Señales de Dios? La risa de tu hijo, el cantar de las aves, la inmensidad del cielo, la buena voluntad de nuestros hermanos, la compasión, el servicio a los demás. En nuestra conducta cuando va dirigida al bienestar común, al cuidar de nuestro semejante, al ayudar por el gusto de hacerlo sin esperar algo a cambio.

Jesús siempre nos da señales pero solo las podemos ver, cuando tenemos un corazón dispuesto, en espera y lleno del amor de Dios.

Propósito de hoy: En lugar de estar esperando una señal de Jesucristo, voy a ser yo, quién le dé a él una señal de que estoy aquí, de que lo necesito y de lo mucho que deseo dar testimonio de su presencia con el amor que ha puesto en mi corazón.