Marcos 8, 1-10 “Algunos han venido de lejos”.
La compasión de Jesús es infinita, hoy Marcos nos relata el episodio de la multiplicación de los panes, cuando Jesús piensa en toda la gente que ha venido desde lejos a escucharlo y que no tienen de comer. Poco a poco ellos van aumentando su fe en este hombre que sana heridas, que cura corazones, que expulsa demonios y que se preocupa por ellos.
Y tú, ¿desde dónde has venido a encontrarte con Jesucristo, el Hijo de Dios y Dios mismo?
Muchas personas que han perdido el rumbo de su vida en las tentaciones que nos alejan no solo de Dios, sino también de aquellos a quiénes amamos y que se encuentran presos, se han refugiado en el amor de Dios. Han encontrado en él, el deseo de alejarse de las drogas, del alcohol, de los vicios y quieren empezar una nueva vida, llena de esperanza para sembrar frutos de amor. Otras más han venido desde la avaricia y el deseo de poder que les impedía ser feliz y en Jesús han encontrado un refugio para crecer en la humildad de su corazón para superar retos que no tienen que ver con lo que los oprimía antes, sino con la superación de sí mismos con la ayuda de Dios. Y más personas hemos venido desde nuestro hogar, en búsqueda del amor de Dios y hemos aprendido a orar y a seguir lo mejor que podemos los mandamientos que son la guía que ilumina nuestra honradez, nuestra forma de amar, nuestra calidad en el servicio que damos a otros y en la sinceridad de la verdad y el respeto por los demás y por aquello que no nos pertenece. Y todo gracias a las bondades que Dios tiene con nosotros y que sabe que queremos ver a Cristo en el rostro de nuestros semejantes.
Todos hemos venido desde lejos, tal vez desde un lugar obscuro o desde uno lleno de luz y tenemos en común el encuentro con el amor de Dios. Lo recibimos en el corazón al comulgar, al perdonar, al reconciliarnos, al orar y al servir con humildad a quién nos necesita o nos acompaña en el camino. También podemos multiplicar el pan y los peces en cada una de nuestras acciones cuando imitamos a Cristo, respecto a los demás, a su sufrimiento o sus necesidades, ante el dolor y en especial cuando lo imitamos en la compasión y en la caridad.
No importa que tan lejos estemos de Dios, por medio de su Hijo Jesucristo, hecho Hombre, podemos llenar los vacíos que sentimos cuando estamos extraviados, cuando hemos perdido la noción de lo que es importante y cuando no encontramos nuestro lugar. Nos vamos dando cuenta, en el conocimiento de Dios, que nuestro lugar se encuentra en su abrazo y su consuelo, en su perdón y en su amor infinito.
Propósito de hoy: Quiero que mi búsqueda me lleve hasta encontrarte en mi corazón.