Marcos 6, 7-13 “Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica”.
Cuando Jesús reunió a sus discípulos a quiénes les dió poder sobre espíritus inmundos, para sanar enfermos los envió sin nada. Ni comida, ni ropa, ni dinero, peregrinos con solo lo que traían puesto y eso nos recuerda a Santa Teresa de Calcuta. Tal vez nos venga a la mente el pensamiento de insensatez. ¿Cómo enviarlos así, sin más? Todo tiene una razón de ser. Jesús quiere ver acciones, quiere que nos entreguemos al servicio a los demás, al más débil, al más necesitado, al que se siente abandonado, al que no entiende quién es Dios y cómo es que sin conocerlo nos ama, quiere que nos sostengamos solo de él, que creamos, que tengamos fe.
Tanto los discípulos, como la Madre Teresa de Calcuta y su congregación, y como nosotros, somos peregrinos de esperanza. Jesús nos invita a acercarnos a él para enviarnos a remar mar adentro, a ser misioneros de su palabra de amor, a vivir la Eucaristía compartiéndola con aquellos que tienen dudas y una fe pobre. Nos invita a que en el silencio de la gracia de Dios, salgamos a gritarle al mundo que él vive en nosotros, está en nuestro corazón y solo espera que nos demos cuenta…y que lo abracemos como se abraza a alguien a quién amamos mucho.
Jesús nos hace pescadores de hombres, no da su Palabra de vida eterna como arma y su verdad como defensa; nos deja ser libres para decidir seguirlo o hacernos a un lado, y sigue ahí, él no se va, no nos voltea la cara ni nos guarda rencor. Está pacientemente viéndonos amar nuestra vida o destruirla, nos deja elegir. Pero también, nos hace fuertes cuando nos enfrentamos a algo que no conocemos, nos da las palabras correctas, la esperanza suficiente que nos levanta, nos da consuelo y nunca se cansa de ser misericordioso con nosotros, una y otra vez.
Jesús quiere que nos despojemos de lo que nos detiene a ser personas de bien, quiere que podamos perdonarnos unos a otros y que nuestro camino esté sembrado de granos de mostaza que fecunden y den fruto abundante. Jesús nos suelta para que imitemos su obra, para que sanemos a los demás con un abrazo, para que curemos al escuchar con empatía a nuestro hermano; quiere que tengamos amor abundante para que nunca se nos acabe la gracia de amar a nuestros semejantes, sí, aún a aquellos que nos han lastimado. Jesús muestra de perdón y misericordia quiere que vayamos a predicar su palabra de amor sin cosas materiales que puedan distraernos de su voluntad.
Propósito de hoy: Quiero seguir tus pasos Jesús, imitarte y recordar que ir en tu nombre, en silencio no es ir solo, es ir acompañado del amor de Dios para compartirlo con aquellos que aún no saben cómo abrir su corazón para encontrarlo ahí dentro, y es que Dios está esperando ser el pilar que sostiene nuestra vida.