4 DE FEBRERO: YO TENGO FE EN EL HIJO DE DIOS.

Marcos 5, 21-43 “¿Quién ha tocado mi manto?”

Tocar el manto de Jesús, ¿Te imaginas, que, entre tanta gente, Jesús fue capaz de sentir que alguien tocó su manto? ¿Qué poder tiene la fe? Sí: ¡Qué poder tiene la fe!

La mujer tenía 12 años sufriendo una hemorragia y era considerada impura, nadie se le acercaba para no contagiarse de su enfermedad. Dicen que fue una mujer adinerada y que invirtió toda su riqueza en aliviarse; pero, que, al escuchar hablar de Jesús, corrió hasta donde estaba con la fe de que este hombre la dejaría sana. Él sintió su mano sobre su ropa y ella asustada se le acercó para escuchar su dulce voz decirle: “Hija, tu fe te ha curado. Vete en paz y queda sana de tu enfermedad”.

No hay alegría mayor que sentir la mano sanadora de Jesús en esta mujer de fe, que supo que el dinero no lo era todo en su vida, que necesitaba refugiarse en su fe para entender de lo que el Hijo de Dios era capaz. Y nos viene la pregunta sobre nuestra fe, ¿Qué tan grande es la confianza que tenemos en Dios? ¿Cuáles son nuestras acciones que dan testimonio de fe? ¿Creemos tanto en Jesús que somos sensibles ante el dolor ajeno?

El Evangelio nos habla también de la hija de Jairo, uno de los jefes de la sinagoga, que confía en Jesús y le pide que salve a su hija; a lo cuál Jesús le asegura, realizando un milagro más frente a la gente, que la niña no estaba muerta. Al llegar a su casa le dice: “¡Talitá, kum!”, que significa: “¡Óyeme, niña, levántate!” Y pidió que ahora que le había restaurado la vida, le dieran de comer y así la niña se fortaleciera.

Vemos en la vida pública de Jesús que la fe sí mueve montañas y que la grandeza de Dios es misericordiosa para aquel que confía, que tiene fe, que desea sentir el amor del Hijo de Dios en su corazón. Vamos aumentando nuestra fe, aprendamos a orar,  crezcamos nuestra capacidad de amar y perdonar para dar fe de que sabemos que ha llegado el Salvador a nuestra vida.

Propósito de hoy: Confío en Cristo Jesús y doy fe de que para mí, él es el Hijo de Dios.