Marcos 4, 35-41 “¿Por qué tenían tanto miedo? ¿Aún no tienen fe?”.
El miedo y la fe, ¡qué combinación! ¿No crees? Tenemos miedo por que desconocemos a Dios, y tenemos fe ¡porque conocemos a Dios!
Iban en la barca Jesús y algunos discípulos, que bien podríamos ser tú y yo y Jesús se queda dormido cuando llega una tormenta y los discípulos se asustan y en lugar de confiar en Dios, les da mucho miedo. Y es Jesús quién les dice ¿Aún no tienen fe? Y ¿Qué hace Jesús? Calla al mar al ordenarle que se calme y los discípulos logran entender que Jesús tiene el poder de Dios Padre.
¿Qué haces tú cuando tienes miedo? Recuerdo un día en Jerusalén, íbamos en un auto y frente a nosotros una persona agredió a otra verbalmente, ellos eran de diferentes religiones, y en un segundo la gente empezó a bajar de los autos a pelear; cuando escucho que mis dos amigas sentadas en el asiento de atrás, empezaron a rezar. Siendo muy sincera, es una situación que nunca había vivido antes, dos mujeres que con gran fervor confiaron en Dios en un momento difícil. Y esa respuesta es la que Dios busca en nuestro corazón, que podamos reconocer, que es con él, que nunca nos falte la fe.
Siempre vamos a tener pruebas en el camino; ninguno de nosotros somos perfectos y todos vivimos situaciones difíciles, como el sufrimiento, o el dolor físico o del alma. Y lo que Jesús ha venido a decirnos, es que, aun cuando llegue la tormenta, no debemos tener miedo, ya que Jesús está nosotros, él nos fortalece y nos ayuda a aceptar el camino, sin desesperar. Debemos permitir que sea Jesús nuestro motor, nuestra armadura, nuestro Maestro y amigo, el que nunca nos falla.
Propósito de hoy: Padre, que no haya tormenta mayor que tu amor en mi corazón. Enséñame a crecer mi fe para confiar en ti y seguir el camino que Jesús va recorriendo a mi