Juan 2, 1-11 “Hagan lo que él les diga”.
Me gusta mucho este Evangelio de Juan, de las bodas de Caná de Galilea, porque tenemos la oportunidad de observar varias actitudes de Jesús. Relata el evangelista que se termina el vino en una boda, y que María le dice a su Hijo Jesús que haga algo. Éste le dice que aún no es su tiempo y ella le contesta a los empleados “hagan lo que él les diga” y así se realiza el primer milagro de Jesucristo, convirtiendo el agua en el mejor vino.
Tenemos la decisión de María como madre, como cuando nuestra madre nos habla a nosotros y hay que obedecer; así Jesús, él quiso renegar, diciéndole que aún no era su tiempo. Y ella, solo dió indicaciones y su Hijo, obedeció. Vemos la obediencia de Jesús por vez primera, tal vez, públicamente y de ahí se desarrollan una serie de acciones de Jesús quién obedece una y otra vez a su Padre en el Cielo, que no es otro más que Dios mismo. Jesus nos presenta su obediencia a su Madre y su acción ante las cosas de su Padre.
Nosotros como hijos, ¿actuamos así con nuestros padres? O sí renegamos y nos salimos con la nuestra.
María es la primera discípula de Jesús, aparte de ser su madre, que cree en él, que confía, y que es grande en su fe. No es como cuando le decimos a alguien “confío en ti”, no, esta es una confianza que no da lugar a alguna duda. Y esa confianza, María quiere que la imitemos, que de igual manera veamos a su Hijo Jesucristo como ¡el que todo lo puede!.
Muchas veces dejamos de confiar en las personas porque continuamente nos defraudan; y le aplicamos el mismo sentimiento a Dios, cuando “nos defrauda”…¿verdad? Lo que no vemos, es que Dios cada día nos ama mas, y que la entrega de Jesucristo tiene el más preciado valor que podemos tener en nuestra vida. Pero, es verdad que Dios no responde en el preciso segundo que le pedimos algo, él tiene su tiempo para todo y para complacer nuestras suplicas. Como ese día en Caná, fue por la voluntad del Padre, que Jesús realizó su primer milagro aún cuando Jesús dijo que no era su tiempo. Los tiempos son los de Dios, no los de nosotros sus hijos y en eso se incluye Jesús. Dios nos da a todos lo que le pedimos, en el momento que él sabe que más lo necesitamos. Y así como María confiaba en Jesús, toda su fe la llevó a que Dios realizara el milagro de Caná por medio de su Hijo Jesucristo.
No tengamos miedo de creer en Jesús, de confiar y si nos da miedo, bueno pues entonces ¡aumentemos nuestra fe, para que se nos quite! Y eso se logra conociendo mejor a Dios, a su Hijo Jesucristo, a entender lo que representa el Espíritu Santo y a saber, que, es con María, que nuestras intenciones van a llegar hasta el Cielo, porque ella habla en nuestro nombre cuando nos acercamos a ella.
Propósito de hoy: Quiero conocer más el poder de salvación de Jesucristo por medio de la oración, asistiendo a misa con intención y leyendo sobre su historia en la voz de los evangelistas; quiero que mi fe crezca porque quiero ser testimonio de los milagros que Jesús hace en mi todos los días de mi vida.